A finales del mes pasado, el cardenal Roger Mahony fue relevado de todas sus funciones públicas después de que miles de documentos secretos revelados a instancias de una orden judicial dejaran en evidencia cómo encubrió durante años cientos de abusos sexuales contra menores cometidos por sus subordinados. Pero a pesar de su caída en desgracia, Mahony participará en el cónclave vaticano para elegir al sucesor del papa Benedicto XVI junto a otros 10 cardenales estadounidenses. Ello ha indignado a algunos sectores del catolicismo a ambos lados del Atlántico y varias voces reclaman que se quede en casa o sea excluido de la votación.

Mahony estuvo un cuarto de siglo al frente del arzobispado de Los Angeles (1985-2011), unos años en los que protegió a los culpables de pederastia enviándolos a recibir tratamiento piscológico fuera del estado o del país, porque en California los terapeutas estaban obligados a denunciar a la policía cualquier indicio de abuso de menores. "Tiene suerte de no estar en la cárcel", ha escrito The Washington Post .

En el 2007 la archidiócesis llegó a un acuerdo extrajudicial para indemnizar a más de 500 víctimas de abusos pero, aun así, Mahony siguió esforzándose para impedir que salieran a la luz los más de 12.000 documentos internos que detallan las tropelías de algunos curas y las maniobras de la jerarquía para encubrirlas. "El comportamiento descrito en estos archivos es terriblemente triste y malvado", dijo el arzobispo José Gómez, el hombre que sustituyó a Mahony tras la publicación. En un gesto insólito, Gomez lo relevó en enero de todas sus funciones.

ENCUESTA "El cardenal Mahony debería hacer lo correcto y quedarse en casa --dijo el domingo Catholic United, una organización progresista que representa a unos 50.000 católicos estadounidenses--. Al poner a niños en peligro, ha perdido su derecho a tener voz en la Iglesia". Esas mismas objeciones han empezado a planteárselas otros en Europa. La revista italiana Familia Cristiana , el semanario más vendido del país, ha lanzado una encuesta para determinar si el cardenal debería o no participar en el cónclave.

El derecho canónico obliga a Mahony a hacerlo y el cardenal, que ha pedido perdón por los abusos ocurridos en Los Angeles en su época de arzobispo, no parece tener intención de contradecirlo: "Estoy impaciente por viajar a Roma para agradecer a Benedicto XVI su servicio a la Iglesia y participar en el cónclave para elegir a su sucesor. Su caso es muy parecido al del cardenal Bernard Law, quien pese a dimitir en el 2002 por los escándalos en su diócesis tomó parte tres años más tarde en el cónclave que eligió a Ratzinger.