Formalmente no es más que una «cancioncilla sobre la grosería». Eso mantiene la autora, Carla Bruni, del tema El pingüino, que forma parte de su nuevo álbum, a la venta el 1 de abril. Pocos la creen. Para el mundo político-mediático francés el pingüino al que alude con ironía y menosprecio la exprimera dama es François Hollande. Provocada o no, la identificación genera una expectación superior al anterior disco de Bruni, publicado tras casarse con Nicolas Sarkozy y cuyas letras también fueron escrutadas al milímetro.

«Adopta un pequeño aire soberano /Pero le conozco, yo, el pingüino / no tiene maneras de caballero / Eh, pingüino, si un día te cruzas en mi camino/ Te adiestraré, pingüino, te enseñaré el besamanos», reza la canción. Unas palabras interpretadas como la venganza de Bruni por la poco elegante despedida de Hollande el día del relevo en el Elíseo. No solo no acompañó a Sarkozy y Bruni hasta el coche sino que se dio la vuelta tras un seco adiós.

VINCULACIÓN INEVITABLE / «Ni feo ni guapo, el pingüino / Ni alto ni bajo, ni frío ni caliente, el pingüino, ni si ni no (...) Vaya, pingüino, tienes un aire solitario en tu jardín», entona Bruni. ¿Se ha inspirado en la foto oficial de Hollande en los jardines del Elíseo? Apodado en algunos círculos «señor ni sí ni no» por su actitud ambigüa, la vinculación con el presidente resulta inevitable.

«Es una canción sobre los maleducados, la gente desagradable. La cortesía es una virtud, no encuentro excusas para quienes no lo son», aduce Bruni. El disco sale cuando la popularidad de Hollande está por los suelos. ¿Donde las dan las toman? Falta saber si esta vez la expectación se traducirá en ventas.