A las carpas de Mapfre acuden estos días personas que no se atreven a volver a subir al ático donde los sorprendió el terremotos, o padres con niños que temen que aquello pueda repetirse. También hay mucha gente mayor que se siente desamparada, que necesita desahogarse y no sabe con quién, aunque por estos días, en los pocos bares y comercios abiertos en Lorca, nadie habla de otra cosa que no sea su experiencia con el seísmo, que es el mejor remedio, según los psicólogos; si no, el estrés postraumático puede derivar en ansiedad permanente, depresión o malestar.