En 1957, la Unión Soviética lanzó el satélite Sputnik. Comenzaba así la carrera por la conquista del espacio. Pero una multitud de accidentes y 21 muertos contabilizados hasta ayer en diferentes misiones son la crónica negra de este sueño. El 28 de enero de 1986, el transbordador estadounidense Challenger explotaba en pleno vuelo. Murieron sus siete tripulantes. Antes de la explosión del Challenger la NASA había contabilizado otras víctimas. El 27 de enero de 1967, un incendio en la plataforma de lanzamiento del Apolo 1 causó la muerte de sus tres astronautas. Poco después, el Apolo 13 se quedó sin oxígeno en su viaje a la Luna. Sus tres astronautas sobrevivieron.

El 23 de abril de 1967, el cosmonauta ruso Vladimir Komarov fue la primera víctima de la carrera espacial. La cápsula Soyuz en la que viajaba se estrelló contra el suelo. En junio de 1971, la tragedia se repitió en la Soyuz 11, cuya válvula de presión se abrió por error durante el descenso a la tierra. Murieron sus tres ocupantes.

Aunque sin víctimas, tampoco a la Agencia Espacial Europea (ESA) le ha salido todo perfecto. En diciembre del año pasado, un fallo en el sistema de refrigeración del motor Vulcain 2 fue la causa de la pérdida del cohete Ariane-5.