Pese a los intentos por desmarcarse de la restrictiva dinámica migratoria de la Unión Europea, el Gobierno español lleva más de un año incrementando los mecanismos de control para evitar la entrada desordenada de aquellos extranjeros sin papeles que se hacen pasar por turistas para llegar a España. Bajo la tapadera turística, miles de foráneos --sobre todo suramericanos-- han logrado entrar en nuestro país. Muchos de ellos acreditaron su condición de turista mediante una carta de invitación, un requisito que antes era fácil de obtener. Bastaba con que un familiar o un conocido residente en España redactara un texto de invitación y que un notario lo validara.

Sin embargo, en mayo del 2007, el Gobierno eliminó la carta de invitación como existía hasta entonces y la convirtió en un expediente administrativo de obtención compleja, pues requiere un trámite equiparable al del visado. Ahora, es la policía la que expide dicho documento tras exigir numerosos requisitos a aquella persona que desea invitar a un familiar o amigo.

"Antes, para lograr una de estas cartas, no había que acreditar nada. Pero ahora se han convertido en un auténtico proceso administrativo", afirma Ninoska Domingo, abogada experta en extranjería. Juan Antonio del Moral, otro letrado experto en el mismo campo y también cónsul de Gambia en Barcelona, sostiene que esta restricción sobre la carta de invitación "obedece a presiones de la UE sobre España".

De entrada, la persona que vive en España tiene que demostrar, mediante un contrato de arrendamiento o propiedad, que dispone de una vivienda donde recibir al visitante. También debe presentar un certificado de convivencia del ayuntamiento en el que consta el número de personas que viven en su domicilio. Por si no bastara, el presidente de la comunidad de propietarios tiene que certificar también cuántos individuos residen en la vivienda. Además, debe presentar el pasaporte y la tarjeta de residencia.

Cuando es un familiar, tanto la persona que está en España como la que viene de fuera tienen que presentar certificados de nacimiento o de matrimonio que demuestren el parentesco. En caso de que el visitante no sea un familiar, la persona debe acreditar que conoce al visitante presentando fotografías en las que ambas aparezcan juntas. "Si no hay fotos, se puede aportar correspondencia privada, ya sean cartas o correos electrónicos", añade Domingo.

Además, la persona que desea visitar España debe enviar la fotocopia de su pasaporte y el certificado de empadronamiento. El problema radica en que ese documento no existe en países como México.

40 DIAS PARA EL DICTAMEN Una vez recopilada, el interesado debe entregar toda esa documentación en la comisaría. Tras aproximadamente 40 días, el Cuerpo Nacional de Policía notificará al solicitante si su trámite ha sido o no aprobado. En ese momento tendrá que pagar 125 euros en concepto de apertura de expediente y seis euros más por cada una de las personas que necesitan la carta de invitación.

Una vez recibida, dicha misiva debe de ser enviada al país donde se encuentra el familiar o amigo a quien se desea invitar. En el caso de que el visitante sea originario de un país al que se exige visado, la carta de invitación le servirá para obtener el visado de turista. Si está exento de ese documento, deberá presentarla en la frontera española.

En teoría, este documento debería bastar para despejar el camino. Pero no siempre es así. De hecho, en ocasiones, algunos extranjeros han sido rechazados en la frontera pese a disponer de dicha carta. En el 2007, España prohibió el paso a un total de 24.355 extranjeros extracomunitarios en todas sus fronteras.

La alternativa a la carta de invitación para evitar ser rechazado en las fronteras es realizar una reserva de hotel con antelación y haberla pagado, o al menos haber abonado una señal.