Alejandro Domínguez López es un pacense de origen gallego que hace siete años se afincó en Alburquerque "por la tranquilidad que se vive en los pueblos, y particularmente por su arquitectura y tras enamorarme de sus fiestas medievales". Antes de su llegada a la ciudad del Castillo de Luna regentó en Badajoz un pub, una zapatería, un almacén de curtido de pieles y otro almacén de venta al por mayor de artículos de pesca, recorriendo toda la provincia ejerciendo de viajante o representante de estos productos, "y buscando ese lugar donde retirarme del mundanal ruido con mis cosas".

Su amor al arte y al coleccionismo, practicado a lo largo de sus 57 años, le llevó a buscar ese lugar donde establecerse y dar cobijo a su vasta colección de antigüedades, a "mis cosas", como él las llama. Así, adquirió un palacio semiarruinado del siglo XVII, ubicado en la calle Romanos, y tras restaurarlo y ocupar sus estancias con muebles y enseres de distintas épocas, desea ahora mostrar al público toda esta riqueza patrimonial atesorada en su vieja casona.

"Mi intención es convertirla en casa museo, porque la casa en sí ya merece la pena ser visitada y porque, entre esta ingente cantidad de objetos, muebles, fechaduras, cerámicas, cuadros, libros, marcos, etcétera, tengo piezas bastante valiosas que he ido coleccionando". Una de las particularidades que contiene la casa es la inscripción IHS, armas de devoción que significan Jesús salvador y que se encuentra también en otras viviendas antiguas de Alburquerque.

"Desde que me la mostraron, me enamoré de la arquitectura de esta casona y del patio que tiene, que es tan grande que me permite dar paseos sin salir de casa". En su rehabilitación, en la que el mismo trabajó, se gastó todos sus ahorros, unos 180.000 euros.

Seis años de trámites

Es por ello por lo que desde hace seis años viene realizando distintas gestiones para poner en valor tanto el continente como el contenido. "Estoy a la espera que técnicos de la oficina ARI (Area de Rehabilitación Integral) de Alburquerque me visiten, fechen la casa y valoren todo lo que tengo en ella, como paso previo al que será futuro museo". Aunque su intención última es abrir al público el palacio, no le mueven motivos económicos.

"No quiero hacer negocio, sino mostrar todo esto y que la gente que venga disfrute con ello como yo lo hago, gente que tenga inquietudes culturales, que profesen y compartan conmigo el amor a los objetos antiguos, a su restauración. Pese a todo, reconozco que no me vendría mal alguna ayuda para el mantenimiento", señala Alejandro. Así, mientras tanto, invita a cualquier interesado a que le visiten y conozcan sus antigüedades.