Imanol C., que hoy cumple 4 meses, necesita con urgencia un casco ortopédico especial que permitirá a los técnicos médicos ir modelando su cráneo antes de que cumpla un año. Este pequeño de Ripollet (Girona) padece una plagiocefalia congénita. Para evitar los riesgos de una operación debe llevar un casco especial que solo se fabrica en Estados Unidos. Su madre, Montse García, de 32 años, ya pasó por lo mismo con su otro hijo, Cristian, de 4 años, pero ahora su situación económica es distinta y no sabe cómo conseguir el dinero necesario ni a quién acudir.

No hay ayuda oficial

El coste de su compra no lo contempla la Seguridad Social y tampoco se subvenciona parcialmente, según la madre del pequeño, que por el momento crece sano, fuerte y risueño ajeno a su problema. Todavía tiene muchas posibilidades de ser un niño totalmente normal, como su hermano. Solo necesita que se actúe con urgencia, ya que cuanto antes empiece menos tiempo de duración requerirá el tratamiento, y los casi 4.000 euros que vale el casco.

Una vez colocado, Montse aclara que "es cierto que la Seguridad Social financia todo el seguimiento médico semanal", tanto durante los meses que Imanol lleve el casco como la atención psicológica posterior de unos dos años para descartar que le queden secuelas por lesiones cerebrales o motoras.

La deformidad craneal de su retoño no es nueva para Montse: "La cabeza les crece demasiado y de forma asimétrica. Es una enfermedad congénita que solo se presenta en mis hijos varones", relata. García, pese a su juventud, tiene cuatro hijos. Los dos mayores, Andrea (6 años) y Cristian (4), son fruto de su primer matrimonio. Se separó cuando el niño tenía un mes. Cuando se encontró con el problema de Cristian, pudo salir adelante: "Mis padres me prestaron los 3.000 euros que valía el casco entonces y se los devolví poco a poco".

Ahora la situación familiar y económica es distinta. Montse rehizo su vida con otra pareja, que trabaja en la construcción. Decidieron tener un hijo y nació Montse (15 meses). Al igual que Andrea, está bien.

Pero cuando ya respiraba tranquila y no pensaba en tener más descendencia, se quedó embarazada de Imanol. Al saber que sería niño, temió lo peor. Luego nació y enseguida lo supo: "Nadie quería verlo, pero yo lo sabía. Y confirma mi sospecha de que yo era quien transmitía el problema genético y no mis parejas".

Aunque la deformidad ya es evidente, Imanol es un bebé guapo y feliz, que sonríe a su abuela y a sus hermanos. Montse y su marido ya tienen el volante médico para la visita en el hospital, pero los Reyes no han traído el preciado casco.