Diez años de instrucción y ocho meses de juicio no han sido suficientes para que los tres magistrados encargados de juzgar la mayor catástrofe ecológica de Europa de los últimos tiempos condenaran ni a un solo responsable. Tras escuchar la lectura en gallego del ponente de la sentencia, el juez Juan Luis Pía, más de uno tuvo la sensación de que aquel viejo petrolero se rompió y vertió sobre 2.000 kilómetros de costas parte de las 77 toneladas de fuel que transportaba porque sí.

El tribunal sí tiene claro que los fallos estructurales en las entrañas del viejo buque de 26 años provocaron la primera vía y el hundimiento. Pero el viejo capitán Apostolos Mangouras y su jefe de máquinas Nikolaos Argyropoulos no eran conscientes de ello. Por tanto, Mangouras no puede ser condenado por imprudencia ni por un delito medioambiental, como solicitaba el fiscal, al haber aceptado navegar con ese peligroso cascarón. "No se demostró que los acusados quisieran hundir el buque", dice el fallo. Si acaso, solo los técnicos de la empresa clasificadora, ABS, podrían ser responsables por unas inspecciones deficientes que no detectaron la fragilidad del petrolero. Y al capitán solo le reprocha haber desobedecido las primeras órdenes de arrastrar la embarcación, por lo que le condena a nueve meses de cárcel, que no cumplirá.

ALEJAR EL BARCO Respecto a la polémica decisión de alejar el Prestige de la costa decretada por el exdirector general de la Marina Mercante, José Luis López Sors, los magistrados consideran que esta maniobra aumentó la extensión del vertido. La marea negra manchó el norte de España y llegó incluso al oeste de Francia. Pero, redujo la intensidad de la afectación y permitió recoger fuel en el mar. De hecho, algunos pescadores lo hicieron incluso con sus propias manos, a brazadas desde sus barcas, cuando los primeros días no habían llegado todavía los medios técnicos. La reacción, prosigue el fallo, de evitar que el buque embarrancase fue "correcta", como bueno fue el asesoramiento técnico con el que contó el exdirector de Marina Mercante para tomar la decisión. "Nunca se dijo hasta ahora cuál hubiera sido la decisión correcta a adoptar ni el protocolo a seguir en el supuesto no desdeñable de que se repitiesen hechos similares; ni aún ahora, después de una dilatada instrucción y de un largo y árido juicio", se asegura en la sentencia. A toro pasado, insinúa el magistrado, es muy fácil decidir qué hacer. Pero que entiende igualmente el tribunal que ante la falta de consenso sobre qué maniobra hacer con un barco que pierde fuel frente a unas costas, pasearlo hasta hundirse, fue lo "correcto".

En vista de que todo el mundo lo hizo tan bien, la única y mínima condena al capitán está exenta de responsabilidad civil, por lo tanto, la aseguradora del petrolero, el London P&I Club, no solo no paga, sino que podrá retirar los 22,5 millones de euros de fianza que depositó para repartir entre las víctimas. A no ser que las partes presentes en el proceso que ya advirtieron al inicio del mismo que se reservaban de emprender acciones civiles, pidan medidas cautelares para inmovilizar ese dinero para sus próximos juicios. Evidentemente, nadie asumirá el pago de esos 4.328 millones de euros en los que la fiscalía valoró los daños de la catástrofe. Y el Estado no recuperará ni un solo duro de los más de mil millones que desembolsó por la catástrofe.

El periodista gallego Xosé Manuel Pereiro ya adivinaba el sentido de la sentencia cuando el año pasado en su libro Tal como foi, tal como fomos sobre los 10 años de la tragedia, advertía que todos sus protagonistas acabaron ascendiendo. El ministro portavoz, Mariano Rajoy, es presidente del Gobierno, el delegado del Gobierno en Galicia, Arsenio Fernández de Mesa, es director general de la Guardia Civil, y hasta la presentadora del telediario, Leticia Ortiz, dentro de poco será reina.

Hace once años, 70.000 personas viajaron a Galicia a limpiar sus costas. Aquella fue otra marea, blanca y de solidaridad. Gritaron que "nunca mais" volviera. Por lo pronto, lo que ocurrió quedó impune.