Vivir en países pobres conlleva 10 veces más probabilidades de morir si se produce una catástrofe natural (inundaciones, terremotos, huracanes y otros) que si se reside en las zonas más desarrolladas del planeta. En la última década --entre 1994 y 2003-- hubo una media de 51 muertos por desastre en los países industrializados, mientras que el promedio se elevó hasta 589 en los países menos desarrollados.

Los pobres tienen todas las de perder, según el último informe anual emitido por la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja. En el 2003, las catástrofes naturales dejaron un saldo negativo de 76.806 muertos en el mundo, el triple que en el año anterior. La organización también cuantifica el coste económico: 44.000 millones de euros (más de siete billones de pesetas).

El peor siniestro fue el terremoto que sacudió Bam (Irán), en donde murieron 30.000 personas. El seísmo, de 6,3 grados en la escala de Richter, destruyó el 85% de las viviendas de adobe de la histórica ciudad y dejó sin hogar a unas 75.000 personas. Las cifras están muy lejos de las registradas durante los recientes seísmos en Japón, alguno de envergadura similar al de Bam.

OLA DE CALOR El informe sitúa la ola de calor sufrida por Europa en verano entre los principales desastres del 2003, pues ocasionó entre 22.000 y 35.000 víctimas mortales.

Entre 1994 y 2003, prosigue la organización no gubernamental, se registraron 5.677 catástrofes naturales en las que murieron 673.070 personas y 2.580 millones resultaron damnificadas, la inmensa mayoría en los países pobres. Pese a todo, el número de víctimas por desastres tiende a reducirse en todo el mundo. Así, el número de los fallecidos en la década de los años setenta fueron dos millones, mientras que en los noventa se contabilizaron 580.000.

En opinión de la Cruz Roja, esto se debe a la mejor coordinación internacional, tanto en la prevención como en la atención en casos de emergencia.