Las cenizas del poeta José Hierro, muerto el sábado en Madrid a los 80 años, reposarán finalmente en Cantabria. Ayer fueron incinerados sus restos en el cementario de la Almudena, en un acto precedido por una ceremonia a la que asistieron la familia, amigos y personalidades del mundo de la cultura y de la política. El destino de las cenizas de Hierro será el panteón de hombres ilustres de la comunidad que le vio crecer.

El gobierno cántabro, que le había honrado con el título de hijo adoptivo, vivió ayer una jornada de luto oficial con las banderas ondeando a media asta, informa Luis Miguel Rodríguez. Una iniciativa secundada en paralelo por Avila, que el pasado febrero nombró también al poeta hijo adoptivo. Hierro, que fue jurado del premio Teresa de Avila, recibirá un homenaje póstumo de la ciudad a la que estuvo vinculado los últimos años personal y creativamente.

Durante el acto previo a la incineración, el marido de una de las hijas de Hierro, Manolo Romero, leyó el poema Historia para muchachos , del Libro de las alucinaciones . Por su parte, la directora de la Fundación Antonio Gala de Córdoba, Elsa López, recordó los versos del poema Vida , que cierra su obra más capital, Cuaderno de Nueva York .

RECUERDO

Tras la lectura de los poemas, los que acompañaron al féretro del poeta en La Almudena, entre ellos Luis Alberto de Cuenca, secretario de Estado de Cultura, y José María Alvarez del Manzano, alcalde de Madrid, guardaron un minuto de silencio.

De Cuenca dijo que Hierro era "una de estas personas cuyo recuerdo permanece para siempre en la memoria". En su opinión, "Hierro se ha convertido para la poesía española en un poeta tan importante como aquellos nombres míticos a los que admiraba, entre ellos y sobre todo a Juan Ramón Jiménez, Rubén Darío, Gerardo Diego y Lope de Vega".

El escritor Fernando G. Delgado destacó el comportamiento civil del poeta y Elsa López evocó el encuentro de Hierro en Córdoba, a principios de diciembre, con jóvenes creadores a los que recitó sus poemas. Uno de los becarios le dijo que su obra era muy trágica, a lo que el autor contestó: "No. Es la vida".