Sus 100 años de vida más 19 días recién cumplidos no le impiden a Petra Gil Delgado recordar al detalle la fecha de nacimiento de sus 13 nietos, sus 23 biznietos y su único tataranieto entre, claro está, los de sus 4 hijos --Fermín, Antonio, Obdulia y Tomasa--, los cuales junto con una gran parte de la familia se han reunido recientemente en Alcuéscar para celebrar el centenario de la protagonista de esta historia. Mientras permanece sentada en un sillón de madera en el salón de su casa de Aldea del Cano, junto al televisor y arropada con un vestido estampado azul marino y una bata negra con flores blancas, no le duelen prendas en coger el teléfono para atender la llamada de EL PERIODICO EXTREMADURA y contar unos breves retazos de su vida que rescata de su memoria con una facilidad asombrosa.

Tras vivir una infancia feliz, dentro de una familia acomodada, Petra conoce a Juan Pulido Granado, un joven del pueblo con el que contrae matrimonio y con el que tiene cuatro hijos, hoy día sus mayores joyas para ella. "Recuerdo con añoranza el día de mi boda, era como todas las bodas, con mucha comida, la familia y los amigos", explica. Pero, la vida del matrimonio se ve truncada cuando Juan, como tantos otros hombres, se convierte en una nueva víctima de la dictadura y sus ideas de republicano le llevan a ser encarcelado en la prisión de Cáceres donde fallece. Seguidamente, es enterrado en una fosa común en el cementerio de la ciudad cacereña. "Hasta que pasaron cinco meses no me dejaron verlo por primera vez, allí lo encontré muy mal, luego ya me dijeron que había muerto", relata.

La vida de Petra da un giro de 180 grados tras la muerte de su marido. Con 27 años y con cuatro hijos, algunos de ellos todavía de muy corta edad, tiene que salir de casa para trabajar y sacarlos adelante. "He estado muy bien pero después de la guerra muy mal, tuve que ir a trabajar al campo lo que no había hecho en mi vida, arrancando hierbas y cogiendo bellotas a jornal", comenta con una voz firme y una respuesta ágil a pesar de su siglo de vida. Hace un tiempo y de la mano de la Ley de la Memoria Histórica, Petra y sus hijos intentaron sin éxito recuperar los restos mortales de Juan. "Nos dijeron que sobre la fosa común en el cementerio donde estaba mi padre habían construido unos nichos encima y no lo hemos podido traer al pueblo por eso", explica la protagonista de esta historia.

Hoy, ya desde la casa de su hija Obdulia con la que convive, disfruta de una vejez feliz y envidiable. "Siempre he comido muy poquito y así sigo, me gusta comer de todo, pero poco", confiesa. Quizás ese sea el secreto de su inmejorable estado de salud. "Se viste y se desnuda ella sola, yo solo la tengo que ayudar cuando se ducha", explica su hija Obdulia, mientras su madre, sentada en el sillón continúa con su labor o si no coge el mando de la televisión para ver la telenovela. "Desde que se levanta hasta que se acuesta hace puntilla y no hace siesta", añade. No es de extrañar que para algunos despierte especial predilección. "Yo la llamo mi princesita, es divina, un cielo", confiesa, Francisco Barrantes, marido de una nieta de Petra que regente el bar en Alcuéscar donde han celebrado el cumpleaños.