Nueve muertos, casi medio centenar de infectados y ningún indicio de final a la vista justifican reacciones más briosas de China y el mundo contra el coronavirus de Wuhan. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha convocado una reunión de urgencia este miércole spara decidir si califica el brote de neumonía de emergencia de salud pública a nivel global y China ha declarado una suerte de emergencia médica nacional que permite las medidas de choque para las epidemias más inquietantes como el cólera o la peste. Las autoridades médicas podrán sellar localidades afectadas o imponer la cuarentena a pacientes y familiares sin su consentimiento.

China controla a 2.200 personas que han estado en contacto con infectados, de los que 715 han sido dados de alta y 300 siguen en observación. Preocupa que el virus mute y aumente su capacidad de propagación, ha aclarado Li Bin, director de la Comisión Nacional de Salud. Su principal vía de contagio es la respiratoria, ha añadido, pero aún quedan aspectos por entender sobre el nuevo tipo patógeno.

FRENESÍ DEL CONTAGIO

El coronavirus ha trascendido de problema local a global en apenas una semana. Días atrás apenas se contaban unas docenas de casos en Wuhan, y con el fin de semana llegó el frenesí. La capital provincial de Hubei sigue monopolizando todas las muertes y el grueso de los enfermos pero la epidemia ya ha alcanzado 15 provincias chinas y siete países. Este martes llegó a Estados Unidos y el miércoles se ha estrenado Hong Kong con dos casos. La excolonia es idónea para los virus: húmeda y caliente, superpoblada y con cientos de vuelos diarios hacia y desde cualquier punto del mundo.

Los hongkoneses están comprensiblemente aterrorizados por las epidemias después de que el SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) la devastara casi dos décadas atrás y las autoridades se habían esforzado en evitar lo previsible. Ahora se afanan en encontrar a todos los que compartieron el vagón con el enfermo que llegó en tren rápido desde Wuhan.

El patógeno es el séptimo coronavirus identificado, causantes de problemas respiratorios más o menos graves a humanos y mamíferos en general. La mortalidad del actual es relativamente baja y casi siempre en sujetos con complicaciones previas. Nueve muertes entre 400 afectados la deja en un 2,25%, muy inferior al coronavirus del SARS, de alrededor del 10% y mucho más feroz en poblaciones frágiles, y del MERS (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio), del 35%.

MÁSCARAS AGOTADAS

Las inminentes vacaciones de Año Nuevo son un tormento para las autoridades. Cientos de millones de chinos cruzarán el país para reencontrarse con sus familias en trenes atestados o encerrados en cabinas de avión. Cualquier control o prevención de la epidemia es utópica en ese trajín por mucho que el presidente, Xi Jinping, haya ordenado todos los esfuerzos para asegurar el tranquilo disfrute de las vacaciones. Sin vacunas ni tratamientos, solo el rápido aislamiento de los que presentan síntomas puede embridar la epidemia.

Es más que probable que el virus aproveche estas semanas para expandirse, confirma Matthew Frieman, profesor de Inmunología y Microbiología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland. Los monitores térmicos detectan la fiebre, pero este es un síntoma de muchos virus y aún no sabemos su eficacia para encontrar a los infectados por el coronavirus. No hay un método mejor para chequeos rápidos y es una herramienta digna para grandes cantidades de gente, señala.

Los chinos, tenazmente paranoicos en cuanto asoma cualquier epidemia, ya han acabado con las existencias de máscaras faciales en muchas ciudades. Las convenciones en hoteles y restaurantes programadas este mes en todo el país se están cancelando, señala Alberto Fernández, director de la empresa de vino Torres China, desde Shanghái. Su esposa también ha renunciado a comidas con familiares y el cuadro empieza a recordarle a aquella crisis del SARS en la que nadie pisaba la calle.

POSIBLE CUARENTENA MASIVA

Las autoridades cavilan qué hacer con Wuhan. Por ahora han diseminado escáneres de temperatura en estaciones de trenes y aeropuertos, recomendado que nadie salga ni entre de la ciudad, desaconsejado las concentraciones masivas y obligado al uso de mascarillas en espacios públicos. Incluso se han cancelado las célebres plegarias en el templo de Guiyan que en las pasadas vacaciones atrajeron a 700.000 turistas.

La capital de la provincia de Hubei cuenta con una sesentena de vuelos internacionales y 11 millones de habitantes. Encerrar a una población similar a la suma de Cataluña, Aragón y la Comunidad Valenciana se antoja excesivo incluso para el Gobierno chino pero Zhong Nanshan, la máxima eminencia nacional en enfermedades contagiosas, no lo ha descartado. Tan pronto como se confirma el contagio entre humanos, la cuarentena es la máxima prioridad. Y por el momento, no creo que se haya implementado con suficiente cuidado.