La denodada lucha por hallar supervivientes --cada vez más raros-- entre los escombros y asistir a los heridos y damnificados del terremoto de Sichuan es la gran prioridad, pero no es el único frente que deben atender las autoridades chinas. Las presas de la región presentan "graves problemas de seguridad", admitió el ministro de Recursos Hidrológicos, Chen Lei. La televisión oficial cifró en 410 --la mayoría de escasas dimensiones-- los diques amenazados.

Como se temía, la cifra oficial estimada de víctimas se disparó ayer por encima de las 50.000. Y todo indica que seguirá creciendo. A pesar de la extraordinaria movilización --130.000 militares e incontables voluntarios--, las esperanzas de hallar vida bajo los cascotes se desvanecen. "Tras 72 horas, encontrar supervivientes es un milagro", admitía desde Pekín Zhang Zhoushu, vicedirector del Centro de Prevención de Desastres, citado por AFP.

MILAGRO Sin embargo, los milagros a veces ocurren. Muy cerca del epicentro del seísmo, en la localidad de Yingxiu --que ha perdido a tres cuartas partes de sus 10.000 habitantes--, una niña de 11 años fue rescatada ayer tras pasar 68 horas bajo los restos de su escuela. Es la segunda superviviente hallada de los más de 500 niños del centro.

Al drama humano se suma la alarma por los efectos del terremoto del lunes en las infraestructuras, y en concreto en la multitud de presas que jalonan los afluentes del río Yangtsé. Las autoridades han detectado anomalías en unos 410 diques de Sichuan y las provincias limítrofes, y el Ministerio de Recursos Hidrológicos admitió por boca de su titular los "graves problemas de seguridad y de prevención de inundaciones" de las presas. En especial en Sichuan, donde "son numerosas, los desperfectos por el terremoto también lo son y el grado de riesgo no está claro", añadió Chen Lei.

Equipos de expertos evalúan los daños y han certificado que la gran presa de Zipingpu --de 156 metros de altura y a solo 10 kilómetros río arriba de la castigada Dujiangyan-- es "estructuralmente estable y segura", después de que el Ejército reparara varias grietas. En cambio, en la de Taipingyi, cerca de Yingxiu, un acongojado responsable declaró ayer a la televisión que "la presa está en peligro de derrumbarse y el nivel del agua sigue creciendo". Los deslizamientos de terreno también han bloqueado varios ríos, lo que amenaza a las localidades próximas con graves inundaciones.

Las plantas de Petro China en la provincia sufrieron asimismo numerosos daños, aunque según la compañía no afectan gravemente su actividad. Ayer se reanudó parcialmente la producción en el principal yacimiento de gas natural. Nada ha trascendido, en cambio, del estado de las instalaciones nucleares de la zona, al menos tres en un radio de 250 kilómetros, y una de ellas en Mianyang.

Otras amenazas dependen mucho menos de las fuerzas de la naturaleza. A pesar de que la tragedia ha conmovido al país y de que los chinos se han volcado en apoyo de las víctimas, siempre hay quien intenta aprovecharse de la solidaridad. La policía de Shanghái anunció haber detectado mensajes fraudulentos de móvil que piden dinero para la Cruz Roja, a ingresar en números de cuenta que no son de la institución.

Igualmente, las autoridades de Sichuan y las provincias vecinas han impuesto, ante la escasez de víveres, un control de los precios de los alimentos y su transporte. Los primeros multados vendían fideos instantáneos, botellines de agua y galletas al doble de su coste habitual. Asimismo, las empresas de medicinas, acero, cemento y alimentos han sido instadas a mantener los precios. La catástrofe coincide con la inflación más elevada en China en los últimos 12 años, de un 8,5%, que se dispara hasta el 22% en el caso de los alimentos.