El choque del crucero Opera, una nave de 54 metros de altura y 275 metros de eslora de la compañía italo-suiza MSC, que el domingo impactó en Venecia contra una embarcación turística con un centenar de pasajeros a bordo, volvió a prender ayer la mecha de la protesta contra la presencia de los grandes barcos en las aguas de la famosa ciudad nororiental italiana. El comité No Grandi Navi (No Grandes Naves), que desde hace años lucha contra el fenómeno, ha convocado una manifestación para el próximo sábado.

«Este incidente es la prueba de lo que venimos diciendo desde hace años», ha criticado el comité en un comunicado. «La ciudad y la laguna son incompatibles con estos monstruos. No hay que esperar a que se produzca una tragedia. Hay que poner fin ya a esta vergüenza», añade el texto.

El choque, que se produjo después de que se rompiera un cable de acero que ataba el crucero a un remolcador, se ha saldado finalmente con cuatro mujeres heridas, según confirmó ayer el hospital veneciano en el que fueron atendidas. Se trata de dos australianas, una neozelandesa y una estadounidense, de entre 66 y 72 años. El accidente también ha dado lugar a un nuevo cruce de críticas entre los dos partidos gubernamentales, el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y la ultraderechista Liga de Matteo Salvini. Este último, en particular, ha acusado al M5S de no haber hecho lo suficiente para alejar a los cruceros del canal de la Giudecca, la principal vía acuática de acceso para entrar en la plaza de San Marcos.

El ministro de Transportes, Danilo Toninelli, salió ayer al paso de las acusaciones al afirmar que está trabajando en encontrar una solución para Venecia, ciudad que recientemente ha estado en la mira de la Unesco precisamente por su gestión del fenómeno. «Es necesario que encontremos una alternativa para que la ciudad no pierda el turismo de los cruceros», puntualizó el ministro. «Estamos cerca de la solución para resguardar todos los intereses en juego», añadió, sin convencer demasiado a sus detractores.

En efecto, los partidarios de alejar por completo a estos barcos de las aguas de Venecia sostienen que cualquier ruta alternativa -dentro de las aguas de la laguna- arruinará el ecosistema local, al requerir el dragado de los canales. «Estos barcos son un peligro para nuestros hogares, nuestros monumentos y nuestro ecosistema», lamentó Marco Gasparinetti, del movimiento Gruppo 25 Aprile.