Una vez más la fortuna ha sonreído a los pasajeros de Baleària: nadie resultó herido ayer pese a que pasaron unas cuatro horas al pairo en un ferri de casi 200 metros. Los clientes de la naviera arribaron a Ibiza pasadas las once de la mañana, cuando la llegada estaba prevista a las 6.45 horas. Cansados y maltratados, así se sentían algunos.

Veintiún días se cumplían ayer del penúltimo accidente de la naviera, cuando el ferri 'Eco Lux' chocó contra el islote de Castaví, en s'Espalmador. Ayer, el 'Rosalind Franklin', que había zarpado el lunes sobre a las diez de la noche del puerto de Barcelona rumbo a Ibiza, se quedó sin motores cuando se acercaba a su destino.

El buque se quedó sin máquina y a la deriva cerca de la costa de Ibiza, aunque debido a la dirección en la que soplaba el viento poco a poco se fue alejando hacia el oeste. Las cerca de cien personas que viajaban en el barco quedaron encerradas y al pairo dentro de los 188,3 metros de eslora y 28,7 de manga de este gran barco, una situación muy peligrosa que no pasó a mayores gracias a que el mar estaba en calma.

En esta situación, un remolcador salió del puerto hacia el 'Rosalind Franklin' para llevar el buque a puerto. Le acompañó la lancha 'Salvamar Markab' de Salvamento Marítimo, por precaución. Finalmente, sobre las 10.30 horas, los pasajeros fueron informados por la megafonía del buque de que la avería estaba solucionada y de que reiniciaban la marcha rumbo al puerto de Ibiza. Llegaron una media hora después. Aún no se sabe qué pasó con los motores. "Se trata de una avería habitual en los mercantes", comentaban ayer los marineros en el puerto.

El 'Rosalind Franklin' es un Ro-Pax, es decir, un ferri que transporta mercancías y pasajeros. Es un barco del año 1999 de bandera chipriota y capacidad para 800 pasajeros y 600 vehículos. "No sabemos aún qué ha pasado en qué ha consistido la avería, necesitamos tiempo", dijo ayer el capitán marítimo de Ibiza y Formentera, Luis Gascón,que subió a bordo una vez que el barco amarró en la zona de Botafoc. Mikel, un pasajero con mucha experiencia en el mundo de la náutica, sospecha que el barco ya zarpó de Ibiza a Barcelona con problemas de motor, problemas que continuaron ayer en el regreso a la isla desde la capital catalana. Además, es muy crítico con el trato dispensado por la compañía, tanto en lo referente al accidente con el motor como a las aglomeraciones que tuvieron que soportar en zonas no ventiladas, donde resultaba imposible mantener las distancias de seguridad.

NAVEGACIÓN LENTA

"A la ida, hacia Barcelona, el barco iba muy lento, probablemente por falta de potencia, y tardamos diez horas en llegar en lugar de ocho", advirtió este pasajero. Pero lo peor estaba por llegar, en la vuelta a casa. "Estaba dormido y cuando desperté vi que estábamos parados, se veía Tagomago y la Mola, y a las siete y media u ocho la naviera ha avisado de que había un problema", relató el pasajero. "A las nueve nos han traído un vaso de zumo y media napolitana para cada uno, cortada con cuchillo", criticó.

"Esa es toda la atención que nos han dado en tres horas y apenas nos han informado", dijo. "Para mí, el trato de la naviera ha sido malo", añadió. Este pasajero se mostró muy molesto por las aglomeraciones que tuvieron que soportar para acceder a los sótanos y recoger los vehículos.

"Esperando para bajar a por el coche hemos estado mucho tiempo amontonados y sin poder mantener la distancia de seguridad con el fin de evitar contagios por el SARS-COV-2", remarcó. Otro pasajero explicó que durante el tiempo que el barco estuvo parado "la gente vagaba sin rumbo por el barco y muchos se habían quitado las mascarillas". Muchos pasajeros eran camioneros que viajaban con sus vehículos de carga.