No es extraño que cada vez que se escribe algo sobre Craig Venter se diga que es un hombre que juega a ser todopoderoso, creador de vida... Pero es habitual que lo tilden de megalómano, y que lo critiquen por no ser un científico desinteresado. A Venter se le han visto los colmillos, y son colmillos hambrientos de dinero. Mucho dinero.

Que coquetea con la divinidad, al menos como hacedor de vida, volvió a quedar patente ayer, pero ya Venter, nacido en 1946 en Salt Lake City (EEUU), había asombrado al mundo al decodificar el genoma humano: era el año 2001 y su empresa, la Corporación Celera, fundada tres años antes con ese único objetivo, llegaba a la meta casi a la vez que la sociedad pública creada con el mismo propósito. Venter fue calificado como el "padre del genoma", pero también como el hombre deseoso de patentar el trabajo. Hubo críticas, y desistió.

Con más de 200 artículos científicos a sus espaldas, amante del lujo y una de las 100 personas más influyentes según Time , Venter es ambicioso, y no lo oculta, pero tampoco rehúye la polémica. En el 2004 recorrió el mundo a bordo de su yate recolectando microorganismos que pudieran ser empleados en la creación de vida artificial. Lo acusaron de biopirata.