La historia que leerán a continuación no es ni sobre robots ni sobre la manipulación de formas de vida en etapas incipientes. Tampoco es sobre la génesis de la vida artificial. Es algo más complicado que todo esto. Se trata de la creación de un nuevo tipo de máquinas vivientes. Una vez lanzada una advertencia sobre la complejidad de este logro, ahí va la noticia. Un equipo de investigadores ha anunciado la creación de unas minúsculas «máquinas completamente biológicas», de apenas un milímetro de tamaño, a partir de células embrionarias de rana. Es decir, desde cero. «Se trata de un nuevo tipo de artefacto: un organismo vivo y programable», matiza Joshua Bongard, uno de los investigadores responsables de esta creación.

Estamos, por lo tanto, ante la primera vez que se crea un organismo artificial (o robot, para que nos entendamos) a partir solo de células vivas y reprogramadas. Pero eso no es todo. El logro, publicado este mismo lunes en la revista científica PNAS, también responde a una de las grandes preguntas de la biología. Cómo las células cooperan para construir cuerpos funcionales y de qué manera podemos intervenir en este proceso para construir a nuestro antojo un organismo que ejerza una función específica. Se trata, por lo tanto, de un paso decisivo en el intento de controlar las normas del juego de la biología.

De ahí que la comunidad científica acoja con emoción este nuevo éxito. Ricard Solé y Núria Montserrat, expertos independientes consultados por este diario, coinciden en señalar que este logro marca un antes y un después en las investigaciones sobre máquinas vivientes. «Es una prueba de concepto muy importante y entiendo el entusiasmo, pero aún queda un largo camino por recorrer antes de que podamos medir sus posibles aplicaciones», estima Solé, investigador Icrea.