La investigación sobre la desaparición de la niña inglesa Madeleine McCann hace 103 días en Praia da Luz, una localidad turística del Algarve, al sur de Portugal, se está convirtiendo en el culebrón del verano, que los medios de comunicación británicos y portugueses cuentan por capítulos, con rumores, filtraciones y, sobre todo, especulaciones, sin que la policía judicial confirme o desmienta casi nada. El resultado, un caso mediático carente de final a la vista.

Existen, a grandes rasgos, dos bandos a la hora de cubrir la noticia. Por un lado, la prensa lusa, que asegura que la policía judicial da por hecho que la pequeña, de 4 años, está muerta y que los principales sospechosos son tanto sus padres como los amigos de estos que los acompañaban durante las vacaciones. Por otro, los medios británicos, que mantienen la esperanza de que esté viva, apuntan a otros sospechosos, muestran su indignación porque se acuse a Gerry y Kate McCann y tachan de incompetentes a las autoridades lusas: se preguntan, entre otras cosas, por qué aparecieron tan tarde (la semana pasada) los restos de sangre en el apartamento en el que se alojaba el matrimonio.

En un terreno especulativo, y con los medios ávidos de ofrecer cada día nuevos detalles de la investigación, hay pocos datos sobre esta. Se sabe que solo hay un sospechoso formal, el británico Robert Murat, pero se desconoce el por qué. También ha trascendido que, tras meses pensando que se trataba de un secuestro, la policía lusa ha dado un giro a las pesquisas y ahora considera como hipótesis principal que la menor esté muerta. Así lo reconoció el portavoz de la policía judicial, el inspector Olegario de Sousa, en una cadena británica.

Mientras, los padres de la niña también han llevado a cabo un extraño recorrido. En un principio, estuvieron siempre disponibles para la prensa como forma de que no decayera la atención mediática sobre el caso. Pero una vez que comenzaron las insinuaciones acerca de que ellos podrían tener algo que ver con la desaparición de su hija, huyeron de los micrófonos. Ahora, en cambio, han vuelto a atender las llamadas de los medios.