Con solo 25 años y cinco como cocinera, la placentina Beatriz Rovira Parra ya ha podido codearse con lo mejor de la gastronomía internacional al participar en la última edición del festival culinario por excelencia, Madrid Fusión. Nunca se había presentado a un concurso y ha conseguido un meritorio cuarto puesto con una receta que competía con otras 39 de restaurantes de toda la geografía nacional.

Está contenta, no ya por el reconocimiento en sí sino porque "me ha servido para aprender mucho", explica desde el restaurante Viña La Mazuela, en el que lleva tres años trabajando junto al jefe de cocina, Ignacio Urain. Para él solo tiene palabras de elogio, no obstante, es el artífice de la receta que le ha llevado a Madrid Fusión, una semiconserva de mejillones con crema de puerros y cigalas.

"Nos enviaron una carta por si queríamos presentarnos al concurso y no pensábamos que la iban a seleccionar entre 40, pero al final quedamos entre los seis finalistas", explica. Por eso, tuvo que dejar la vergüenza a un lado y presentarse en Madrid con una receta que "ya habíamos preparado antes en el restaurante, aunque con mayonesa en lugar de con crema. La del concurso la hicimos un día antes".

Pero no tuvo problemas en prepararla en el espacio que le asignaron en Madrid Fusión, aunque reconoce que "estaba muy nerviosa porque no sabes a dónde vas, llegas a un sitio nuevo, lo desconoces todo". No ganó, pero está orgullosa de su cuarto puesto --otra placentina que trabaja en Aranjuez consiguió el segundo-- aunque no oculta algo de decepción.

"Pensaba que iban a puntuar la limpieza, la elaboración, pero solo valoraban la presentación y el gusto. Mucha gente llevaba partes de los platos elaborados y solo tenían que emplatar mientras que yo tuve que hacer la receta entera".

No pudo coincidir con grandes de la restauración como Ferrán Adriá, pero sí con Sergi Arola, miembro del jurado del concurso. Sin embargo, no se llevó una buena impresión porque "no nos dijo ni una sola palabra. Qué menos que se hubiera acercado a nosotros, que estamos empezando y queremos aprender, ser más cercano no vendría mal". Por eso, no duda de que prefiere "a los cocineros humildes que te enseñan lo que saben".

Aprender es lo que hizo en la escuela municipal de cocina, después en el parador de turismo y ahora en La Mazuela y reconoce que "me queda muchísimo que aprender". Pero valora la experiencia de Madrid Fusión, sobre todo "porque sirve para que te conozca la gente". Aún así y pese a haber visto elementos innovadores en la gastronomía como el hielo seco, asegura que la restauración extremeña "no tiene nada que envidiar a lo que he visto en Madrid Fusión".