TDtebió existir un día en el que un hombre cogió por vez primera dos trozos de madera y se puso a frotarlas hasta sacar fuego. Imagino la cara que se le quedaría al resto de la tribu al descubrir que, donde ellos sólo vieron astillas, el tipo aquél intuyó el escondite de la brasa. La misma cara que se me pone a mí cada mañana al leer ciertas columnas de la prensa. Manuel Alcántara, Raúl del Pozo, Millás, Félix de Azúa, Elvira Lindo, Andrés Trapiello, Pérez Reverte . Gente extraordinaria que coge, como quien no quiere la cosa, dos astillas de la realidad y alzan una breve hoguera en la que uno encuentra luz y calor cada mañana. Nunca están en la lista de los más valorados por el gran público, que posa su atención en gente de la farándula y la tele rosa, pero cuesta imaginarse qué sería de la prensa sin ellos. Es lo que diferencia a la prensa escrita de los demás medios, que posee estos pequeños oasis en los que repostar a costa del ingenio ajeno. Donde los demás solo percibimos cansancio ante la baronesa Thyssen o hastío ante Magdalena Alvarez , estas criaturas colocan treinta líneas de mordaces comentarios que nos ayudan a pasar el trago. Ni por ensoñación sus opiniones levantan la oleada de modas que genera un anuncio de televisión, ni creo que se discuta en el botellón los pareceres de tal o cual columnista, pero somos muchos los que esculcamos entre las páginas de los periódicos en busca de una columna perspicaz que nos deje claro que la llama de la inteligencia sigue encendida en este país. A veces, hasta les pagan por ello. No en Extremadura, por supuesto, pero he oído rumores de que algunos incluso han logrado vivir de su trabajo.