En verano, nuestro organismo nos hace una petición muy clara: menos calorías y más líquido. No se trata tanto de someternos a una dieta depurativa, sino de obedecer a las exigencias de nuestro cuerpo: al hacer más calor, nuestro organismo no necesita tantas calorías para regular la temperatura corporal, pero sí más líquido para reponer el que gastamos durante el día.

Pero, sobre todo en agosto, o comemos cualquier cosa --por lo general, comida rápida-- o todo lo contrario, decidimos que merecemos darnos un homenaje de comidas ricas en grasas bajo los argumentos de "estoy de vacaciones y quiero disfrutar" o, en el caso opuesto, "ya que me ha tocado trabajar, al menos disfruto comiendo".

Ambas conductas son nocivas, pues olvidamos lo que nuestro organismo nos exige. Montserrat Folch, doctora experta en nutrición, ofrece tres menús que nos cuidarán por dentro y por fuera, aplicables en los ámbitos reyes del mes: la playa, los centros de turismo cultural y el trabajo. Comer bien en verano es posible.