TMtenos mal que no vivo en una gran ciudad. Me ahorro como mínimo una hora de ida y otra de vuelta al trabajo y así podré, cuando Europa apruebe definitivamente el nuevo horario laboral, disponer para mi vida personal de cinco horas y no de tres, descontadas las dedicadas al sueño. Más horas de trabajo para una Europa más competitiva. Deben de pensar que estando más cansados y más enfadados seremos más productivos. Los médicos, entre otros colectivos (¿le tocará al mío?), lo tendrán peor, sesenta y cinco horas por un problema al parecer relacionado con las guardias. Nos atenderán médicos más cansados y más enfadados. Esto, sin duda, será magnífico para la competitividad europea.

He leído estos días comentarios y editoriales sobre el asunto y alguno defendía la directiva basándose en que nos enfrentamos a países con amplias jornadas laborales; me pregunto si también pretenden igualar por abajo los salarios, si pretenden que nos paguen lo mismo por más horas. Decía ABC que lo que se aprobó en Bruselas "es la libertad bajo condiciones de empresarios y trabajadores para pactar una jornada laboral". Desconozco en qué mundo vive quien escribió el editorial, pero en el que vivo yo es bastante impensable esa forma de pacto. Para la negociación individual es imprescindible que ambas partes se sienten en condiciones de igualdad y eso no ocurre en mi mundo donde no es infrecuente que el trabajador reciba la consabida respuesta de "doy una patada y salen veinte como tú" cuando se atreve a plantear una reivindicación.

No creo que aumentar la jornada y no dejarnos tiempo para la vida personal beneficie ni a los empresarios ni a la economía de Europa. Solo estaremos más cansados y cabreados.