Los clientes del mercado de la Constitución en Móstoles, la zona sur de Madrid donde vivía la joven fallecida por el mal de las vacas locas , compraban ayer a primera hora de la mañana carne y otros alimentos con toda tranquilidad; las bolsas cargadas eran la norma.

Uno de los dependientes de la carnicería César comentaba la jornada: "Igual que la de cualquier otro sábado."

Trabajaban como si la noticia no se hubiera dado por televisión, como si siguieran al pie de la letra las instrucciones de Alberto Rábano, director del Instituto de Investigación de la Fundación Hospital Alcorcón, donde murió la joven el pasado 10 de julio, que solicitó tranquilidad a los ciudadanos. Nadie en el mercado quería pensar en que puede haber más casos en España.

Marcos Conde, carnicero del puesto 54, subrayaba el desconocimiento de los sucedido por parte de quienes visitaban su mostrador: nadie le había comentado la noticia. "La mayoría de los que vienen a comprar son extranjeros y no dicen nada. Los de aquí tampoco, todo es muy reciente". También recordó la crisis que el sector vivió en el 2000 por la alarma que causaron las vacas locas . Muchos tenderos del mercado tuvieron que cerrar. Las ventas cayeron a la mitad. Pero ahora ese miedo no existe. "Cuando la carne es buena, a la larga la gente sigue comprando; el problema es que el pequeño comercio está en crisis por las grandes superficies".

Mientras despachaba género, Esteban de Arriba, destacó que no había notado nada: "Todavía no se conoce la noticia". José Marcos, otro vendedor, consideraba que no se repetirá una crisis similar a la anterior en la venta de ternera y encontró un motivo para ello: "La chica se contagió en Inglaterra".

En efecto, algunos de los que estaban al corriente de la primera víctima española de las vacas locas confundieron el laboratorio madrileño de sanidad animal en el que la joven trabajaba con el centro internacional de referencia de la enfermedad, que estudia el caso, ubicado en Edimburgo (Gran Bretaña). Lo que tenían claro es que si la joven enfermó por consumir carne debió de ingerirla hace varios años.

"Lo que hizo más daño fue la televisión", denunció Isaías González, de la carnicería M. Martínez. "Ahora es cuando la carne está mejor, porque es cuando más se examina", añadió, antes de aconsejar a los medios de comunicación que eviten alarmar a la gente.