Acada paso que daba intentaba transformar en una forzada pose desafiante la sorpresa inicial ante la masiva presencia de medios. Por eso, cuando llegó al juzgado de Barcelona donde iba a ser juzgada por agredir a una profesora, Milagros Flores dijo en tono chulesco: "¿Pero qué pasa? Si yo no he matado a nadie". Y para rematarlo, añadió con sorna: "Yo solo soy una chica sexi". Sin embargo, ante la jueza, no solo bajó el tono, sino que asumió los delitos de los que se le acusaba y acabó condenada a una pena que consolida la filosofía jurídica que sostiene que agredir a un profesor es delito.

Milagros Flores reconoció que el 6 de noviembre del 2008 acudió al instituto Roger de Flor de Barcelona y agredió a la profesora Consuelo Solaz, a la que acusaba de vejar a su hija. Se abalanzó contra ella, le tiró del pelo, le golpeó y le arañó, mientras gritaba que iba a matarla.

La docente sufrió contusiones en la cabeza y arañazos en los brazos, y necesitó de casi cuatro meses para recuperarse de sus heridas físicas. Además, Consuelo Solaz cayó en una depresión, y no ha vuelto a dar clase.

8.000 EUROS A LA VICTIMA La acusada reconoció esos cargos para llegar a una conformidad. Su intención era evitar que la jueza hiciera suya la petición de la fiscalía y de la acusación particular, que solicitaban tres años de cárcel, lo que hubiera conllevado el ingreso en prisión. Al final, la jueza aceptó el acuerdo y condenó a Flores por un delito de atentado a la autoridad a dos años de prisión (no ingresará, al no tener antecedentes) y a pagar 8.000 euros a la víctima.

La jueza se suma así a la corriente de interpretación judicial que, en la línea de las recomendaciones del 2006 de la Fiscalía de Cataluña, considera que los profesores son agentes de la autoridad, al igual que jueces y policías, con lo que agredirles constituye un delito de atentado penado con la cárcel. Eso incrementa la pena, pues de no calificarse como atentado, esa agresión sería solo una falta de lesiones, que suele quedar en multa. De hecho, en un principio, este caso iba a tramitarse como falta.

A la salida del juzgado, el abogado defensor de Milagros Flores rebatió la tesis de la imputación del delito de atentado a la autoridad. El letrado señaló que "es erróneo considerar que un profesor es un agente de la autoridad, como un policía".

Las declaraciones del abogado alimentan la polémica por esa equiparación de los profesores con los agentes de la autoridad. A la Consejería de Educación de la Generalitat le parece "correcta" esa línea jurídica. Algunos penalistas consideran que, "por el bien de la sociedad, es bueno que un profesor sea autoridad".

Esa política se basa en ampliar el concepto de quién es autoridad y colocar dentro a profesores y médicos. El argumento es que el bien jurídico que se busca proteger es el buen funcionamiento de la función pública. El profesor debe ser funcionario público, ejercer y tiene que haber un acometimiento, es decir, agresión física intencionada.

DISCRIMINACION La medida tiene detractores. Para Joan Queralt, catedrático de Derecho Penal, nace de la necesidad de aumentar como sea las condenas por agresiones, poco penadas en España. Queralt señala la discriminación de que solo se consideren atentado las agresiones a profesores funcionarios, y no a los de los centros privados y los concertados.

Un juez que solicita el anonimato señala que "el código penal establece quién es una autoridad y quién no. Lo que se está haciendo es estirar el código penal para atajar las agresiones a profesores. Eso es un disparate jurídico", argumenta el juez.