China ha condenado a su primer ciberdisidente a 12 años de prisión. Huang Qi no es un cualquiera en el gremio del activismo chino. Huang es uno de los mejores conectados y es especialmente terco en comunicar a sus compatriotas todo lo que su Gobierno esconde bajo la alfombra. También ha recibido galardones internacionales y su liberación ha sido exigida por la ONU.

El tribunal de Mianyang le ha sentenciado por revelación de secretos de Estado y por filtrarlos a entidades extranjeras. También le ha impuesto una multa de 20.000 yuanes (2.606 euros) y la privación de cuatro años de sus derechos políticos, que en China es el menor de los problemas. La sentencia es severa incluso para los parámetros chinos, con escasos precedentes similares desde que Xi Jinping alcanzó la presidencia, y se entiende como un desincentivo para los que pretendan seguir al pionero del uso de internet como arma política.

EL RECUERDO DE TIANANMÉN

Huang había desbrozado la senda con la web '64Tianwang', un guiño a las protestas aplastadas en la plaza de Tiananmén. La creó en 1998 como un simple registro de desaparecidos para ayudar a sus familias y pronto empezó a incluir contenidos sobre violaciones de derechos humanos, brutalidad policial y corruptelas variadas.

Cinco años colgó artículos ajenos sobre las protestas prodemocráticas en Tiananmén y el aplastamiento de los tanques. Así se convirtió en el primer chino juzgado por crímenes cometidos en internet en China y fue condenado a cinco años.

Una vez liberado se centró en el devastador seísmo de 2008 que dejó casi 90.000 muertos en la provincia de Sichuan. Publicó las denuncias sobre los colegios derrumbados, presuntamente por los materiales baratos utilizados para levantarlas, y aconsejó a los padres cómo querellarse contra las autoridades locales. Fue condenado a otros tres años de cárcel.

QUEMADA A LO BONZO

En 2016, junto con los otros tres periodistas relacionados con la web, cubrió el caso de una mujer que se quemó a lo bonzo en Tiananmén en las fechas del Congreso Nacional Popular. Los acontecimientos se atropellan desde entonces: Reporteros Sin Fronteras concede un premio a la web y la policía detiene a Huang en su localidad de Chengdu.

Huang ha permanecido en prisión desde entonces y preocupa su salud precaria. El activista, de 56 años, tiene la presión alta y problemas serios de riñón y corazón. La sentencia equivale a una sentencia de muerte si consideramos que su salud se ha ido deteriorando después de diez años sufriendo un confinamiento muy duro, ha opinado Christophe Deloire, de Reporteros sin Fronteras. China mantiene encarcelados a 114 periodistas, según sus registros. Amnistía Internacional ha denunciado que las autoridades chinas usan a Huang "para asustar a otros defensores de derechos humanos que exponen abusos, especialmente en plataformas de internet".

La madre de Huang padece también el control policial. Pu Wenqing, a sus 85 años y enferma de cáncer, mantiene la briosa campaña por la liberación de su hijo. Esta semana ha denunciado que los agentes no la permiten salir de su casa ni recibir a visitantes.