El 1 de septiembre del 2001 en las fiestas de Burguillos (Toledo) Adrián, de 11 años, jugaba con sus amigos a tirar petardos. Uno de ellos le explotó en la mano, el fuego se propagó a los que llevaba en el bolsillo, le incendió la ropa y le causó serias lesiones. Los padres demandaron al agente municipal y padre de uno de los amigos de Adrián, por haber facilitado a los niños los petardos. La Audiencia Provincial de Toledo les dio la razón en junio del 2005.

Pero el Tribunal Supremo, sin embargo, ha apreciado concurrencia de culpas en una resolución hecha pública ayer.

Por un lado, la de los padres, porque "la falta de vigilancia contribuyó a la causación del daño". Por el otro, la del agente "porque teniendo en cuenta su profesión, tenía que saber que estaba prohibida la venta de este tipo de material a menores".