Una conducción pausada, el mantenimiento de las distancias de seguridad, las marchas más bien largas y una limitación del punto muerto, entre otros muchos factores fáciles de llevar a la práctica, pueden reducir el consumo de un vehículo en un 20%. Los más escépticos creerán que un porcentaje tan elevado es una exageración o el lema de una campaña institucional, pero en realidad se trata de una cifra mesurable por todos aquellos que participan en los cursillos de conducción eficiente puestos en marcha por el RACC (Real Automóvil Club) en colaboración con el Instituto Catalán de Energía (Icaen) y el Instituto para el Ahorro Energético (Idae). EL PERIODICO participó en uno de ellos.

Diez voluntarios y un periodista, repartidos en tres Seat León de motorización diésel, condujeron por por Granollers durante 15 minutos, asistieron luego a un breve curso y, finalmente, pusieron en práctica los conocimientos aprendidos con otra ruta por las mismas calles. La prueba se saldó con éxito: el consumo de combustible se redujo entre un mínimo del 10% y un máximo del 33%, dependiendo del conductor y del nivel de eficiencia anterior al curso, aunque "la media ronda el 20%", reiteran Nacho Baeta y Xavier Tomás, dos de los monitores del RACC que impartieron las clases. Aunque los semáforos y el tráfico fueron similares, otro curioso resultado fue que los participantes aumentaron la velocidad media en el segundo trayecto pese a sentirse más analizados y circular con sumo cuidado.

MEJORA EVIDENTE Conducir con tranquilidad --no necesariamente lento-- y con anticipación fueron los factores que más contribuyeron a mejorar las prestaciones en el test. Muchos de los consejos impartidos eran de sentido común, pero no siempre se cumplen, como mantener una buena distancia de seguridad para frenar acompasadamente levantado el pie del acelerador.

Un defecto habitual es, a juicio de Batea y Tomás, el uso forzado de las marchas. "A menudo se alargan innecesariamente y eso consume mucho --explican--. Siempre que se pueda es mejor conducir con una marcha larga". Eso supone que un vehículo sin excesivos caballos puede colocarse cómodamente en quinta a partir de los 60 kilómetros por hora. En el test de Granollers, por ejemplo, se debía circular por un tramo sin apenas tráfico pero relativamente sinuoso. Quienes lo pasaron en cuarta marcha lograron un ahorro considerable frente a quienes lo hicieron, a igual velocidad, en tercera o incluso en segunda.

Otro defecto es abusar de la marcha al ralentí --o punto muerto-- en el convencimiento de que no supone ningún consumo. Y es falso. "Lo que no gasta --explica Tom s-- es circular con una marcha puesta sin pisar el acelerador". Cuando se ve a lo lejos un semáforo en rojo, lo que debe hacerse es frenar reduciendo marchas, tanto como sea posible. La marcha al ralentí en la prueba de Granollers gastaba 0,7 litros por 100 kilómetros, pero puede ser mucho mayor dependiendo del automóvil.

El periodista mejoró el consumo de combustible en un 14%, lo que supone un ahorro de 260 euros en caso de realizar 20.000 kilómetros anuales, aunque estuvo lejos de algunos voluntarios que lograron una mejora anual de 700 euros.