TAt la presidenta electa de Chile, Michelle Bachelet , le preguntó un periodista, nada más ganar las elecciones, si no iba a sentirse muy sola sin un hombre que la apoyara en sus tareas de estado. Ella le respondió que le hiciera la misma pregunta al próximo ganador si era un hombre. Yo le hubiera contestado lo mismo, y añadiría que tampoco me sentiría sola sin un hombre que me apoyara en mis tareas domésticas. Estoy segura de que este periodista mirará con lupa las actuaciones de la señora Bachelet, y que para ganarse su confianza, la presidenta deberá superar con creces las expectativas que habría puesto si el ganador fuera de sexo masculino. Resulta descorazonador que el hecho más noticioso de estas elecciones sea que las haya ganado una mujer, y más descorazonador todavía que existan periodistas que se atrevan a formular semejantes preguntas. Yo le recomendaría los versos de Pablo Neruda (Ah viajero/no es niebla/ni silencio/ni muerte,/lo que viaja contigo,/sino tú mismo con tus muchas vidas) en los que su compatriota compone una Oda al camino y alaba al caminante que emprende solo su viaje. Pero, claro, el citado periodista leería los versos de Neruda con la convicción de que sólo podrían estar dirigidos a un viajero masculino. Pero lo peor de todo es que estos prejuicios se repiten en la sociedad constantemente. Hasta que se deje de llamar solteronas a las mujeres, y solteros de oro a los hombres, que no viven en pareja, no tendremos una sociedad igualitaria, donde el sexo deje de ser un obstáculo en la vida profesional de las mujeres.