TEtn su obra El privilegio de ser perro , Juan Diego Botto desconfía de los que esconden su conservadurismo tras el más vale pájaro en mano, que ciento volando , y rechaza la tesis de que el diez está tan lejos del infinito como el dos . Diego Botto se pregunta si no será mejor arriesgarse a conseguir unos cuantos pájaros, de ese centenar, antes que ensimismarse en la contemplación del que tenemos asegurado. Y tiene razón. A veces renunciamos a perseguir el infinito porque nos sentimos tan lejos de él habiendo caminado diez pasos, como dos. Sin embargo, el infinito está ahí, para que sigamos acercándonos, no importa el tiempo que tardemos en llegar. Como diría Konstantino Kavafis , "cuando emprendas tu viaje hacia Itaca/debes rogar que tu camino sea largo".

Los que nacimos en una época en la que hablar podría suponer que te cerraran la boca para siempre, sabemos cuántas cosas nos esperaban en el camino. Por eso me extraña el empeño de algunos políticos en desandar lo andado, en crear desconfianza en las instituciones y en jugar a poner en entredicho la capacidad de los que ganaron, democráticamente, unas elecciones que parecen escocerles todavía. Otras veces me pregunto si este juego no les llevará a perder, a ellos mismos, esa confianza que pretenden arrebatar a sus oponentes. Estaríamos ante la paradoja de que no sólo no han conseguido atrapar algunas aves de las ciento volando, sino que han destruido la que conservaban en las manos. En ese caso, todos perderíamos, y quizás el infinito se alejaría diez pasos más.