La Policía de Sydney confiscó hoy un mapamundi impreso en Ulm (Alemania), que había adquirido un anticuario australiano y que podría ser una de las dos piezas arrancadas y robadas de la edición incunable de 1482 de Cosmografía, obra de Ptolomeo, que posee la Biblioteca Nacional de España. El ejemplar confiscado estaba en la tienda de antigüedades Gowrie Galleries, propiedad de Simon Dewez, quien se encuentra fuera de Australia y tiene previsto regresar al país el 17 de octubre próximo.

Un portavoz de la Policía del estado de Nueva Gales del Sur, cuya capital es Sídney, indicó que no tienen ninguna copia del original para verificar su autenticidad y están "esperando recibir documentos oficiales". El anticuario Dewez confirmó la intervención policial en su tienda y declaró que "deploro la profanación de Cosmografía". Manifestó que se enteró del "sacrilegio" de los dos mapamundis de la obra de Ptolomeo por los periódicos y añadió que la pieza confiscada hoy la adquirió "de buena fe" a un marchante de Estados Unidos para uno de sus clientes australianos.

Dewez no reveló cuanto pagó por ella ni los pormenores de la transacción, pero dijo que estaba a la venta en Internet y que no lo compró en una subasta de Londres, como había leído en algunas informaciones. El lunes pasado, la Policía de Nueva Gales del Sur se puso en contacto con el Consulado General de España para informar de que la pista de los mapas cartográficos de Cosmografía robados conducía a un anticuario de esa ciudad, que los compró por unos 40.000 dólares australianos (25.243 euros o 35.683 dólares) en Londres.

La información de Dewez se corresponde con la ofrecida por el británico Art Loss Register (Registro de Obras de Arte Perdidas), de que los mapamundis no salieron a subasta, aunque marchantes de arte españoles los ofrecieron a colegas británicos. Según la Guardia Civil de España, el presunto ladrón sería César Gómez Rivero, de 60 años de edad, residente en Argentina.

La Biblioteca Nacional de España denunció la mutilación de Cosmografía en agosto y se abrió una investigación que permitió comprobar que otros diecisiete grabados fueron "arrancados" de diez libros de la Sala Cervantes.