Esa felicidad que parece casi obligatoria, las ganas de comer turrón o, en el caso de los más peques, el ansia por abrir sus regalos. Las fiestas de Navidad y de Fin de Año son fechas ante todo de reunión, la ocasión perfecta para comidas familiares, de empresa o con amigos. Se establece un estado de (pretendida) alegría permanente que no siempre se puede alcanzar o sobrellevar de la mejor manera. Pero también son fechas en las que afloran las situaciones difíciles que a muchos les impiden disfrutar de ellas y estar a gusto.

No es nada nuevo tener que organizar eventos, comprar regalos o preparar comidas. Todo ello conlleva una inversión de tiempo que puede agudizar el estrés. Asimismo, reunirse con personas por compromiso (aguantar al cuñado, a la suegra o a ese compañero estirado) o tener que soportar comidas en un entorno tenso, con cierta rivalidad o incluso trauma pueden hacer que en estas Navidades muchos se sientan tristes, con ansiedad o aislados. La gran cantidad de mensajes navideños, las felicitaciones cada vez que dos personas se encuentran o a través de las redes sociales, llegan a saturar. No es una cosa de las fechas más que de los hábitos, que pueden transformarse, advierten los expertos, en una falta de sueño, en dolores de cabeza o incluso en trastornos gastrointestinales si la dieta no es equilibrada.

EQUILIBRAR LAS COMIDAS

Cada vez más, los turrones o los polvorones aterrizan más temprano en los supermercados. No es una mala noticia para aquellos amantes del dulce, que entrado noviembre ya empiezan a asomarse cuando van a hacer la compra. Aun así, el verdadero descontrol llega con el puente de la Constitución a inicios de diciembre, comenta Laura Montoro, dietista y nutricionista. "El problema no son los cinco días festivos de la Navidad propiamente dichos, sino toda la etapa desde el inicio hasta Reyes, esos días la gente suele perder el control y pensar en enero me pongo y 'de perdidos al río'", comenta. Son épocas en las que se suele comer dulces en exceso, alargándose varios días, y tomar bebidas alcohólicas diversas, además de menús pesados.

"Estos días la gente tiene que comer lo que quiera, sin dietas, no hace falta ni compensar, solo saber escuchar a tu cuerpo y las señales que te manda" explica Montoro. "Si no tienes apetito porque has comido mucho, no cenes algo muy pesado", recomienda. Pensar en unos hábitos saludables, comidas equilibradas y ejercicio es algo que se tiene que hacer durante el año y no abandonar, las festividades suelen tomarse como excusa para permitirse ciertas cosas que no se suelen hacer en otras épocas. Para las personas que suelan sufrir de acidez en el estómago, por ejemplo, con la pérdida de control y las comidas pesadas, estas patologías son propensas a agudizarse.

Se suele comer menos fruta y verdura, con lo que acaba apareciendo el estreñimiento o agudizándose. Para evitarlo se pueden aplicar algunos trucos como introducir en los entrantes algo de verdura o que en el postre haya algo de fruta. "Son pequeñas medidas con las que tener un menú festivo especial", aconseja la nutricionista. Sobre las dietas extremas, a las que se suma mucha gente en enero, Montoro explica que "no son la solución, porque cuenta más lo que se hace durante el año, y en un mes no se va a cambiar". Como recomendación añade: "Lo que le digo a la gente es que disfrute de la familia, que no tienen porque sentir remordimientos sino solo escuchar que les pide el cuerpo".

NAVIDADES ALTERNATIVAS

La Navidad llega de la tradición cristiana, pero aun así conviven diversidad de costumbres de otras culturas o incluso nuevas versiones de ellas que salen de lo más normativo. No todo el mundo se siente cómodo con la versión oficial, de ahí que los psicólogos aconsejen buscar un entorno en el que cada cual se sienta a gusto. Los sentimientos de tristeza o la ansiedad por saber que llegará el día en el que no uno no se sentirá bien en una comida familiar se manifiestan mucho antes y se plantea el dilema de si asistir o si evitarlo, con lo cual el afectado sufre o se aísla.

La psicóloga Nuria Mateu comenta que "quien no encaja dentro del modelo puede sentirse excluido, o sentir que quiere ser como el resto y cumplir con las expectativas que se marcan socialmente". "Además de no estar a gusto, tienes una presión difícil de sobrellevar", indica Mateu. "Cuando ha habido o todavía hay trauma, los efectos postraumáticos se manifiestan, aunque sean días, en teoría de celebración", agrega. Ante las situaciones complicadas para algunas personas (como compartir la mesa, por ejemplo, con alguien que genera rechazo) plantea buscar poder crear unos modelos alternativos y que sean también visibles. "Hay quien decide no celebrar la Navidad o hacer algo que tenga más sentido, algo que se ajusta mejor a lo que realmente necesita, sin dar por hecho que tienen que ser unas fiestas de una manera establecida", explica la experta.

ESCUCHARSE A UNO MISMO

El mensaje predominante reside en saber qué necesita cada uno y también en escuchar a los demás: "Qué me puedo permitir y qué recursos tengo", comenta. Mateu aporta algunas recomendaciones y aconseja hablar de cómo se siente cada cuál y "ser conscientes de que igual los temas de conversación en las comidas no tienen por qué ser precisamente alegres y no hay que evitarlos". Por ejemplo, ante la pérdida de un ser querido hablar de él y recordarlo es una buena medida. El sentimiento de unión y de formar parte de algo es muy importante cuando llegan estas fechas.

Y añade la importancia de tomar consciencia de la gente que tiene privilegios, como tener una familia normativa y con recurso. Las alternativas navideñas como pueden ser celebrarlo con los amigos, escoger con quién se reúne cada uno, en qué condiciones o cómo son también una forma de "que alguien que lo pasa mal en Navidad, sea por el motivo que sea, acabe empoderándose aunque se salga de la norma". "Las relaciones humanas por sí solas conllevan conflictos si aceptamos que no siempre nos entenderemos y tenemos que ver cómo hacemos para convivir y estar bien, o buscar estar a gusto", subraya.