El martes pasado, cuando vi que la chica que se sentó delante de mí en el tren llevaba un iPhone entre sus manos, me acordé de un vídeo que puede verse en internet, titulado The Story of the Stuff , en el que Annie Leonard explica en veinte minutos cómo funciona este procedimiento de locura colectiva llamada consumo. El sistema insostenible que hemos tomado por axioma se basa en la obligación de comprar de forma inconsciente incluso lo que no necesitamos y en programar todo para que al poco tiempo esté pasado de moda y tengamos que adquirir nuevos modelos. Nada se recicla y es fácil tener móviles y ordenadores que hemos dejado de usar cuando nos funcionaban perfectamente. Dicen que se llama obsolescencia programada y que nada de lo que nos rodea es fruto de la improvisación. La moda se sustenta sobre la estúpida dinámica de crear necesidad donde no la hay, dejando al descubierto y ridiculizando a quienes se salen del redil y deciden consumir racionalmente. El tinglado se ha montado de tal manera que no podemos dejar de pedalear por miedo a caernos hacia un lado, sin reparar en los abismos hacia los que nos encaminamos. Un diez por ciento de la población mundial ha decidido darse el banquete final, esquilmar y sobreexplotar todos los recursos del planeta, molestarse por la presencia de quienes vienen a pedir migajas y afrontar la palabra crisis con una visión pueblerina, como si lo que pasa fuera ajeno a lo que Annie Leonard explica en su vídeo. Mientras miraba de reojo el iPhone de la viajera del tren, me preguntaba cuándo tendrá el consumo responsable cobertura en todo el planeta.