Desde su nuevo papel de católico comprometido, Tony Blair ha criticado la "inflexibilidad" que muestra la Iglesia ante los homosexuales. En una entrevista concedida a la revista mensual Attitude , dirigida a este colectivo, el exprimer ministro británico cuestiona la actitud del papa Benedicto XVI respecto a los gais y las lesbianas y pide al Vaticano que "revise" sus posiciones herméticas sobre este conflictivo asunto.

El que fue líder laborista advierte sobre la actitud de los altos mandatarios de la Iglesia católica acerca de los asuntos de orientación sexual, muy diferente a la de muchos de sus fieles. "Hay una enorme diferencia generacional" y una "revolución silenciosa" en la manera de pensar de los católicos más jóvenes, añade. Mientras los creyentes de más edad mantienen "posturas inalterables" (el Pontífice cumple la próxima semana 82 años), la mayoría de las comunidades católicas poseen "una mente más liberal", argumenta Blair.

El político sugiere que la Iglesia debería reformarse como lo hizo en su día el Partido Laborista británico, reinterpretando los textos religiosos de una manera más metafórica. "Las religiones organizadas están ante el mismo dilema que los partidos políticos cuando se enfrentan a circunstancias cambiantes", explica. Hay "que aceptar que el mundo está cambiando" e intentar "conectar con la gente".

El replanteamiento de ciertos asuntos y la evolución de los conceptos debería formar parte, a su entender, de la manera de abordar la fe religiosa. En diciembre, el Papa enfureció a gais, lesbianas y travestis al afirmar que borrar las distinciones entre hombres y mujeres puede llevar a la "autodestrucción" de la raza humana, una hecatombe con consecuencias similares a las del cambio climático.

Blair entiende que la homofobia ha remitido en la sociedad desde principios de la década de los 90. La decisión de su Gobierno de introducir la unión civil para personas del mismo sexo, similar a la existente en España, habría dado "una sensación de liberación de los prejuicios".

Tras 11 años al frente del Ejecutivo en un país anglicano, el expremier se convirtió al catolicismo una vez que abandonó el cargo. Su mujer y sus hijos profesan y se han educado en esa fe.