En cualquier compraventa de mercancías valiosas la palabra del intermediario que procura el acuerdo entre el comprador y el vendedor tiene tanto o más valor que lo que lo que se está negociando. Esta afirmación tiene uno de sus máximos exponentes en el mercado mundial del diamante, donde para ser corredor hay que demostrar previamente que eres un tipo de honradez contrastada. Carlos Manuel Castellano pertenece a una conocida familia de Badajoz dedicada al negocio de la joyería y acaba de ser nombrado miembro de la Bolsa del Diamante de Amberes (Bélgica), entre los que solo hay media docena de españoles. Para este joyero, esto supone "un reconocimiento a una labor de muchos años de ir por Amberes y que se concede solamente a personas que han demostrado una trayectoria profesional y una honestidad en el negocio".

Su padrino es Abe (Abraham) Fuchs, un judío polaco que lleva más de 60 años dedicado a la bolsa y que es el corredor con el que trabaja Castellano. Desde ahora este pacense puede ser broker de la bolsa de Amberes, y si quiere, trabajar con otras joyerías y negociar con los fabricantes de diamantes tallados para vender su mercancía. Hasta ahora él ha ido a la bolsa siempre como comprador.

Ser miembro de la bolsa del diamante es una potestad que le permitirá entrar libremente en este lugar e ir conociendo el mercado. No tiene porqué ejercer de broker, pero la empresa familiar está en continua expansión y en un momento dado podría plantearse montar oficina en Amberes. Además, es un puesto hereditario, que pueden ejercer sus descendientes.

En el mercado del diamante la comisión del corredor es del 3%. En esta bolsa existe el mazal (en hebreo) cuando se cierra el trato, con el que todas las partes se comprometen a cumplir el acuerdo. Los hindúes dan el good luck (buena suerte). Aunque la principal bolsa del diamante es la de Amberes, donde se trabaja la talla mediana, (desde medio a dos quilates), hay otras tres en el mundo: en Bombay (India), donde se maneja la mercancía barata, porque se talla allí; la de fantasía es en Tel Aviv y los brillantes mayores en Nueva York. Por cercanía, la que más interesa aquí es la de Bélgica, pero una vez que un broker es miembro de Amberes, ya puede entrar en cualquiera de las demás.

Si alguna de las partes rompe el mazal queda desacreditada en este mercado.

Castellano reconoce que "es un mercado bastante complicado", porque exige estar al día de todos los precios. "Nosotros cada dos meses días vamos a Amberes a ver mercancía", cuenta. Las medidas de seguridad son extremas. "El único sitio donde no hay cámaras de seguridad es el cuarto de baño". Hasta hace poco se prohibía entrar a las mujeres, pero cambió porque había viudas que necesitaban seguir con el negocio para subsistir.

El transporte de la mercancía se hace por valija, con el certificado de que no son diamantes de sangre , que son los que proceden de países en conflicto y que ahora están de actualidad por la película homónima. Castellano explica que el 99% de la mercancía que se tramita en Amberes no procede de estos países, aunque entiende que la imagen que dé el cine sea otra, para hacerlo más atractivo. Nada que ver con la realidad, según este joyero: "porque nosotros no nos complicamos la vida".