La corrida netamente extremeña, que ayer se celebró en el coso de Pardaleras, defraudó. No por el ánimo de lo toreros, que lo dieron todo aunque en algunos momentos se les notara que están poco toreados, sino porque la corrida de Píriz no ayudó salvo el muy bravo sexto. Y bien que sentimos afirmar esto del encierro de los excelentes ganaderos oliventinos, pero así fue.

Hubo varios astados que blandearon en exceso, como primero y cuarto, que entraron en el lote de Javier Solís. El segundo tuvo una embestida desigual, buena en diversas fases pero después a menos, y el quinto fue malo sin paliativos, lo que conformó un lote complicado para Ambel Posada. Por el contrario, el tercero tuvo un pitón derecho bastante potable, y el sexto fue el toro de la corrida, lo que determinó un lote bueno para Jairo Miguel.

Javier Solís estuvo muy digno toda la tarde, sin poderla redondear. A su primero lo toreó bien con el capote pero rápidamente denotó lo justo de sus fuerzas. Fue esa una faena en la que el torero de Badajoz corrió bien la mano al animal por el pitón derecho, antes de que el burel se viniera muy a menos y sólo tuviera media embestida.

El cuarto era tan bonito como inválido, bien es verdad que tenía fijeza y se arrancaba de largo con prontitud. Pero el trasteo lo tuvo que ser todo por alto, pues en cuanto Solís, simplemente lo llevaba a media altura, el toro claudicaba. Lo intentó el diestro y estuvo mucho tiempo ante el toro, sin lucimiento.

El primero de Ambel Posada se empleó con aspereza en el capote. Pareció cambiar a bueno y logró Ambel sacarle dos tandas en redondo con la diestra muy meritorias, porque llevaba largo al astado. Pero pronto se vino a menos con su querencia de tablas, donde el Ambel mostró que torea muy bien a dos manos en el toreo cambiado por uno y otro pitón. El quinto, sencillamente, no se empleó jamás. Era muy deslucido porque, aunque iba y venía, salía del engaño con la cara por encima del estaquillador. Con él estuvo solvente Ambel pero la faena no alcanzó altura.

Jairo Miguel se presentó en Badajoz. Al tercero lo lanceó muy bien a la verónica, y el animal tuvo un buen pitón derecho, por donde el joven torero llevó largo al animal en ocasiones. Fue esa una faena intermitente que deslució algún desarme.

El sexto fue bravo y bueno, y salió Jairo a levantar su tarde. Muy decidido con el capote, clavó banderillas con más voluntad que acierto.

Pero el animal guardaba una gran clase, resultando vibrante la faena del cacereño. La inició de rodillas y siguió con series en redondo en las que llevaba largo al astado. Mas falló lamentablemente con la espada, lo que le privó de cortar al menos una oreja con mucha fuerza.