En 1920 llegó a la finca Los Bolsicos, de Jerez de los Caballeros, la vacada que adquirió don Agustín Mendoza, conde de la Corte. Cuentan que al alba y en la bellísima plaza jerezana, tentaba el viejo conde los machos. Y ayer pareció que el espíritu del aristócrata extremeño estaba vivo en ese ruedo. Fue una gran corrida de toros.

Los toreros también brillaron y estuvieron a la altura de los buenos astados. Dávila Miura cuajó al gran cuarto de lidia a pie. Muy dispuesto, bien colocado y asentado, llevó a este toro por el pitón derecho en series de mucho calado por la importancia del burel. Luis Vilches se recreó ante sus dos enemigos en el toreo a la verónica. Con la muleta estuvo un punto acelerado pero corriendo la mano con limpieza, especialmente con la diestra, mejor ante su segundo.

Eduardo Gallo, en su primero, se mostró voluntarioso pero le costó cogerle el sitio. No así ante el gran sexto, al que faltó un puyazo y mostró violencia en el inicio de faena. Pero el salmantino se plantó con decisión ante él y pudo atemperarle con valor y solvencia técnica para hacerle una faena emotiva, que malogró con la espada. Ribeiro Telles, muy joven, estuvo por encima de un toro muy soso, con un toreo alegre de reminiscencias más españolas que portuguesas.