La inminente sentencia del Tribunal Constitucional que previsiblemente anulará el veto de la lidia vigente en Cataluña desde hace seis años llega en un momento muy bajo de la tauromaquia. En el 2007 hubo en España casi tres corridas de toros al día, en el 2015 apenas hubo una diaria. Además, la concentración territorial se intensifica. En el 2015 casi el 70% de las corridas se realizaron en Andalucía, Madrid, Castilla y León y Castilla-La Mancha.

Los datos del Ministerio del Interior y del de Cultura no dejan lugar a duda, aunque sí a interpretaciones y los debates y enfrentamientos son cada vez más encendidos. En apenas seis meses se han vivido dos multitudinarias manifestaciones, en marzo en Valencia a favor de los toros y en septiembre en Madrid pidiendo su abolición. Además, la llegada de fuerzas de izquierda a algunos ayuntamientos ha propiciado cambios. En la provincia de Valencia, por ejemplo, más de una decena de municipios han prohibido festejos con toros; algunos como Xátiva, donde también se han prohibido las corridas, tras referéndums municipales, y otros, como Valencia, donde se prohibió el bou embolat y el bou amb corda, tras acuerdos entre los partidos que gobiernan.

CÓRDOBA RETIRA SUBVENCIONES / La ciudad de Córdoba también retiró a principios de año las subvenciones a espectáculos en los que exista maltrato animal, incluidas las hasta hace poco sagradas corridas de toros.

En Euskadi, informa Aitor Ubarretxena, la sociedad está profundamente dividida sobre la tauromaquia. Los contrarios han sido capaces de convencer al alcalde de San Sebastián, el peneuvista Eneko Goia, para que convoque una consulta sobre las corridas el próximo año. Sin embargo, un recurso de la Delegación del Gobierno central en el País Vasco ha provocado que un juzgado eche por tierra la iniciativa.

En todo caso, en Euskadi se suceden las contradicciones. Mientras Goia defendía la consulta que podía acabar con la prohibición de la fiesta en la capital donostiarra, sus compañeros en Bilbao defienden a ultranza las corridas. Aún más llamativa es la posición de EH Bildu y sus militantes, que en localidades guipuzcoanas como Deba o Azpeitia son seguidores acérrimos de la tauromaquia, mientras en el resto de Euskadi reclaman su erradicación.

En Baleares, los partidos del Pacte que gobiernan se habían comprometido a retomar este mes la tramitación de una ley de bienestar animal que supondría el fin de las corridas, pero ahora han decidido esperar a conocer la sentencia sobre la prohibición en Catalunya. Eso sí, si hay declaración de inconstitucionalidad buscarán otro camino.

PUNTO DE INFLEXIÓN / Pero el debate no se ciñe exclusivamente a las corridas. Según los datos de Cultura, la totalidad de los acontecimientos taurinos pasó de 2.290 en el 2011 a 1.736 en el 2015, lo que supone un descenso del 24%. Para Ana Bayle, secretaria de la junta directiva del PACMA, convocante de la manifestación de Madrid y principal impulsor del movimiento antitaurino, la tendencia ya no tiene vuelta atrás y el punto de no retorno se superó en mayo con la supresión del Toro de la Vega de Tordesillas. «Muchos municipios han empezado a no subvencionar festejos con toros, es algo impropio de sociedades desarrolladas», celebra.

Desde el otro lado de la barrera, aceptando los datos, la visión es distinta. «No creo que tenga que ver con el desapego de la afición sino más bien con una situación económica brutal», asegura José Miguel Soriano, abogado de la Fundación Toro de Lidia, que impulsó la manifestación de Valencia. Además, recalca que las prohibiciones de algunas administraciones también han influido y su opinión en eso es clara: «Desde el 2013 la tauromaquia es bien de interés cultural y cualquier normativa contra corridas o festejos taurinos es absolutamente contraria a la ley».

Para Bayle, si se confirma que el Constitucional tumba la ley catalana será en parte por la fuerza que ha hecho el lobi que defiende los toros, pero será solo «una última llamada de auxilio de un sector que se está muriendo porque no hay interés, hay un cambio generacional». Soriano, en cambio, habla de «salud absoluta en cuanto a la gestión». H