En todos los portales de la ciudad rusa de Jabarovsk, en Siberia, carteles recien pegados rezan: "¡Hagan acopio de agua potable para cinco días!"

Mucho antes de que se declarase ayer el estado de emergencia en las regiones fronterizas del extremo oriente ruso, los residentes de Jabarovsk, una ciudad industrial de 600.000 habitantes, agotaron los recursos de agua embotellada cuyo precio se disparó hasta subir en algunos comercios de 30 a 300 rublos (de 90 céntimos a 9 euros) por una botella de cinco litros. También desaparecieron del comercio los bidones, botellas, garrafas y recipientes de todo tipo.

Más de un millón y medio de rusos que residen en la zona y consumen el agua procedente del río Amur esperan con preocupación la llegada de la mancha de benzeno, arrastrada por las aguas del río Songhua, afluente del Amur y originada por un accidente en la empresa pública china Petrochina.

Llenar bañeras

Según las autoridades chinas, la concentración de benzeno en el Songhua es 29 veces superior a lo tolerable. Las aguas contaminadas llegarán a Jabarovsk el próximo 30 de noviembre, según los iquietantes pronósticos de las autoridades rusas. Esto obligará a cortar el suministro de agua en la ciudad hasta al menos el 3 de diciembre. Mientras, la población local recoge agua del grifo."La gente ya ha llenado de agua todos los depósitos que tenía: hasta las bañeras. Pero será difícil aguantar cinco días con los acopios que tenemos", explica Valeri Pleshkovski, un activista de la comunidad de vecinos Vmeste.

Diez litros por persona Según el Ministerio de las Situaciones de Emergencia ruso, las plantas de distribución de agua potable no logran abastecer el desesperado acopio de la población. Durante los cinco días de la sequia, el ayuntamiento suministrará agua potable en camiones cisterna, garantizando el mínimo de 10 litros diarios por persona. Como medida de precaución, las autoridades han impuesto la veda de pesca y han prohibido la venta de pescado fresco a lo largo del Amur hasta que vuelvan a la normalidad los niveles de contaminación. Sin embargo, según las organizaciones ecologistas, la población local no respeta esta prohibición.

Al paso por las ciudades, se cerrarán las plantas purificadoras de agua y las centrales térmicas que abastecen de calefacción. Esta información aumentó aun más el pánico entre los habitantes, que asaltaron las tiendas para abastecerse de velas, leña, carbón y otros productos, ante la perspectiva de un invierno sin calor y sin agua. Mientras las sustancias tóxicas se acercan a las ciudades rusas, en la región china de Chongqing, otra explosión en una planta química provocó el jueves la evacuación de 6.000 personas. Las autoridades advirtieron a la población que no utilicen agua de los ríos.