Cinco potentes presencias femeninas se cruzan con el renacido Corto Maltés en ‘Equatoria’. Una de ellas es Aïda (basada en Ida Treat, intrépida y pionera periodista estadounidense que se abría paso en un oficio que a principios del siglo XX era cosa de hombres). Esta le sugiere en una viñeta al legendario marinero de cómic escribir sobre él en 'National Geographic'. Pero él le dice: “No tengo ninguna intención de convertirme en un aventurero de papel”. “Pobre Corto, como si esto se pudiese elegir”, le responde Aïda. Guiño al mito que le brinda el tándem de creadores españoles que en el 2015 asumían con éxito el reto de continuar dando vida, en ‘Bajo el sol de medianoche’, al personaje creado hace medio siglo por “el maestro” Hugo Pratt (1927-1995). Vuelven ahora a bordarlo, superándose y rizando el rizo: Juan Díaz Canales (guionista de ‘Blacksad’, que le valió el Nacional de Cómic 2014 y varios premios Eisner) y Rubén Pellejero (‘Dieter Lumpen’) embarcan al marinero en una nueva historia, ambientada en el África colonial y esclavista de 1910, que empieza, sí, con una jirafa galopando a través de la veneciana plaza de san Marcos, que no sabe, según Corto, que una “de sus antepasadas convivió con Lord Byron”. Y de ahí, tras los pasos de la leyenda del Preste Juan, con un joven Churchill o el poeta Kavafis, entre otros, como estrellas invitadas.

Porque, siguiendo el ejemplo de Pratt, siguen imbricando personajes reales con la ficción. También andan por sus viñetas el traficante de esclavos Tippu Tip, el escritor, aventurero y contrabandista Henry de Monfreid (autor del autobiográfico 'Los secretos del mar Rojo') o el sanguinario coronel británico Richard Meinertzhagen: “Una eminencia en ornitología que fue llevado a juicio por masacrar a un pueblo africano. Es un ejemplo de que la realidad supera la ficción. Y, como hacía Pratt, el reto es estimular la curiosidad sin ser didáctico sino dejando pistas sobre esos personajes históricos, muchos borrados por la historia, o referencias culturales y literarias”, señala Díaz Canales.

“Llegué a Equatoria a través de historias de exploradores buscando las fuentes del Nilo y de Emin Pasha, el último gobernador de esta región de Sudán del Sur -añade-. Allí hubo en la segunda mitad del siglo XIX una rebelión parecida a la de hoy en Siria o Irak, con una yihad que puso la zona patas arriba. Era un protectorado egipcio, que a su vez era protectorado turco, que a la vez era británico...”.

Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero (derecha), el tándem creador del nuevo Corto.CARLOS MONTAÑÉS

Y hacia allí se dirige Corto en pos de ese misterioso e idílico reino cristiano del Preste Juan. “Fue un invento propagandístico para promover las cruzadas. Quizá uno de los primeros ‘fakes’ de la historia”, ironiza, sobre la carta firmada por ese supuesto monarca enviada en 1156 al emperador de Bizancio que reavivó la guerra santa.

Fin del colonialismo y hacia el abismo de la gran guerra

'Equatoria', que ha llegado esta semana a las librerías en castellano y catalán de la mano de Norma (que también lanza una edición especial en blanco y negro), transcurre en unos años que Pratt dejó sin explorar. “Es un escenario apasionante porque es un cambio de era -continúa-. Hay tensiones prebélicas en Alemania, Inglaterra, con los nacionalismos... Es el fin del colonialismo en África a un minuto de la colisión de todos los imperios en la primera guerra mundial. Es el fin de la era de los exploradores, de Stanley, de Livingstone, es un mundo romántico que se acaba. Y es un momento de cambio en cuanto a derechos humanos porque se ponen en cuestión el esclavismo y la explotación de los recursos del tercer mundo”.

Recién llegados de promoción en Francia (donde ‘Equatoria’ se ha lanzado con una tirada espectacular de 250.000 ejemplares), Díaz Canales y Pellejero admiten que tras la buena acogida de crítica y lectores que recibió ‘Bajo el sol de medianoche’ se han liberado de la presión. “Ya no hemos trabajado bajo la sombra de Pratt”, admite el guionista y autor de ‘Como viaja el agua’. “Estamos muy agradecidos a los lectores de Pratt que han aceptado muy bien el regreso de Corto -añade Pellejero-. Y mucha gente joven se ha enganchado a él. Esto ha hecho que el personaje se haya revitalizado porque aunque es un icono había sufrido una caída de ventas”. De hecho, Norma acaba de lanzar una edición de lujo de ‘La balada del mar salado’ con motivo de los 50 años de esta, la primera aventura del marinero, publicada en 1967.

Cinco son las mujeres de ‘Equatoria’. La periodista Aïda, la hija germano-somalí de Emin Pasha (ambas basadas en personajes reales), una desenfadada y liberal monja (“es la cara altruista de la colonización, de misioneros generosos que hoy serían cooperantes”), una enigmática esclava... y la isla de Malta, transformada por Pellejero en un rostro femenino en “escenas muy líricas” en las que dialoga con Corto. “Es el retorno a casa que flota en toda la aventura -apunta Díaz Canales-. Él es como Ulises, que duda entre volver o continuar su periplo. Con las mujeres es lo mismo. Su eterna lucha entre el compromiso y el no-compromiso. Se siente atado a las personas emocionalmetne pero algo le impide establecer con ellas relaciones de larga duración”.

Viñeta de 'Equatoria'.

Pellejero (que acaba de publicar además ‘El largo y tortuoso camino’ con Christopher, en Astiberri) se ha hecho suyo al personaje. “Es mi Corto, aunque no me aparto de las coordenadas que todos conocemos de él y respeto elementos de Pratt manteniendo su espíritu. Sería un error hacer una copia. Yo trabajo más los fondos y la ornamentación visual, no juego tanto con los espacios en blanco como hacía él y el ‘look’ narrativo y las composiciones son mías”.

Entre el individualismo y el compromiso

Corto sigue al lado de los oprimidos y encarnando la libertad personal. “Él es distinto de los aventureros que ponen el foco solo en el exotismo y el viaje. Está en constante contradicción personal, entre su compromiso ideológico y su individualismo porque él dice que siempre salva su pellejo pero en cambio nunca deja tirado a alguien y le mueve la amistad. Es un apátrida que está constantemente expuesto a tener que tomar partido y tomar decisiones morales”, señala Díaz Canales, quien también destaca “la ironía y el humor indisociable del personaje” porque ello “es la expresión máxima del pensamiento crítico, y en los tiempos que corren lo necesitamos más que nunca”.