Dolores de Cospedal es, en teoría, la secretaria general de todos los populares y la presidenta del PP de Castilla La Mancha. En la práctica, como ayer quedó patente, es una dirigente política que tiene que hacer juegos malabares para que sus intereses regionales no choquen con los del resto del partido. Y todo parece indicar que sus desvelos para cuadrar el círculo irán in crescendo en los próximos meses, a medida que se acerquen las elecciones autonómicas. El último desaguisado al que ha tenido que hacer frente la pluriempleada Cospedal es el debate sobre la futura ubicación del nuevo cementerio nuclear: la semana pasada, aprovechó su visita al estand de Castilla-La Mancha en FITUR para declararse contraria a que se instale en esa comunidad que, a su juicio, "ya ha sido muy generosa" albergando dos centrales nucleares. Ayer, ejerciendo de portavoz del PP, fue incapaz de sostener lo mismo e intentó echar la pelota en el tejado del Gobierno.

Así, Cospedal se escondió en la ambigüedad y, hasta en media docena de ocasiones, eludió responder a los periodistas que intentaban conocer su verdadera opinión. ¿Pero quiere un cementerio nuclear en Yebra (Guadalajara) o no? ¿Es compatible defender las centrales nucleares y después apostar porque otros se queden con los residuos? No hubo manera. Según ella, es el ministro de Industria el que está obligado a fijar un criterio.

También intentó suavizar su rifirrafe con el alcalde de Yebra --del PP y favorable a la llegada del vertedero nuclear a su pueblo--, al que dijo que se le ha abierto un expediente por no buscar consenso y no informar al partido de que presentaría candidatura para albergar el polémico almacén. Por último, negó "contradicciones" en este asunto con el vicesecretario popular Javier Arenas y, nuevamente, intentó desviar la atención y convencer a su auditorio de que el lío lo ha formado el Ejecutivo por "saltarse" el pacto de energía en el que trabaja con el PP.

LA VOZ DE LAS AUTONOMIAS En el PSOE, las aguas también andan revueltas. La ejecutiva abordó ayer la polémica en busca de consenso entre los intereses de sus barones y alcaldes. La solución salomónica encontrada otorga a los municipios la potestad plena de postularse como candidatos, pero siguiendo no solo criterios técnicos, sino de consenso social y territorial. O sea, el Gobierno escuchará a los ejecutivos autonómicos. En las críticas a las contradicciones del PP la coincidencia fue plena.