A las cuatro de la madrugada de ayer, el cadáver del crucero Costa Concordia se apoyó en una base de cemento construida a 30 metros bajo el mar y se puso en posición vertical, dejando a la vista su desoladora cara hasta entonces sumergida, gracias a la ley de la gravedad y al agua introducida en 15 depósitos soldados en uno de sus lados. Habían transcurrido 20 horas y 30 segundos desde el inicio de la gigantesca operación de enderezamiento, llevada a cabo con cables y gatos hidráulicos, una obra de ingeniería jamás intentada.

"Siento alivio y estoy orgulloso de mi equipo", fueron las primeras palabras del director de la operación, el sudafricano Nick Sloane. "Mejor no podía ir", comentó Franco Gabrielli, director de Protección Civil. "Orgullo de Italia", le dijo por teléfono el primer ministro, Enrico Letta. El exitoso rescate --tampoco hubo los temidos vertidos contaminantes-- ha sido también un gran espectáculo mediático que ha dejado en segundo plano la ligereza del capitán Francesco Schettino, en arresto domiciliario y único imputado, que el 13 de enero del 2012 se acercó demasiado a la costa provocando el naufragio, 32 muertos y dos desaparecidos.

REFLOTAMIENTO Y REMOLQUE La nave deberá ser ahora reflotada, lo que sucederá en primavera, tras la revisión de la estructura y la colocación de otros 15 depósitos en el lado que estaba bajo el agua. El vaciado de los 30 depósitos debería reflotarla, para ser remolcada a un puerto y desguazada. Los técnicos preferirían el más cercano de Piombino, para correr menos riesgos, pero no es lo bastante profundo. Se han ofrecido los de Civitavecchia, Nápoles y Palermo.

Ayer se esperaba el inminente levantamiento de la orden judicial de clausura del crucero para permitir la inspección, la búsqueda de los dos desaparecidos y la apertura de las cajas de seguridad, que todavía contienen pertenencias de los más de 4.000 náufragos.