Caminando por la céntrica calle Menacho de Badajoz, uno se topa con un cantante country que no hace ascos al blues y viene a España algunas temporadas a hacer "las Europas". Chad Lore (Casper, Wyoming; 1968), busca el éxito en la capital pacense, a donde llegó después de encontrar a su esposa, natural de Badajoz, en un intercambio de estudiantes en su pueblo. El amor le ha traído a esta tierra y le ha llevado a aprender un más que digno español, aunque confiesa "mis hijos hablan mejor que yo".

Uno pasa por el centro y se percata de cómo los transeúntes se paran, echan alguna propina, o simplemente sonríen al verle tocar su música con la armónica, la guitarra y hacer la percusión con los zapatos, bailando claqué. De lo que no hay duda es que para nadie pasa desapercibido.

Relata que el público extremeño es muy agradecido y no tiene nada que ver con el americano, mucho más tosco y exigente. Se congratula por la posibilidad de actuar en sitios públicos con toda tranquilidad y no como en EEUU, donde "no hay sitios peatonales, sin coches", cuenta.

Su mujer es quien se encarga de la faceta empresarial. Le ha hecho una página web en la que la gente puede descargar su música y le ha creado un perfil en Facebook, pero sigue siendo un neófito en esto de las redes sociales, e incluso admite que es algo reacio a ellas.

El lugar donde se desenvuelve mejor es "en la calle", de cara al público, o en festivales, porque le apasiona "sentir el afecto de la gente". Aunque también toca en su pueblo y los fines de semana en otros estados americanos, junto con su grupo --Free Beer-- , en bodas, o fiestas privadas.

Pregunta con la naturalidad de un adolescente cómo puede hacerse con el ejemplar de El Periódico. Es un tipo que aúna valores tan importantes como la alegría, la empatía y las ganas de aprender. Todo esto que genera hablando unos minutos lo transmite luego en sus melodías. Le gusta la vida española: "Por el jamón, la tortilla, el gazpacho y la gente", sus aplausos desinteresados también le hacen sentir especial, porque en EEUU solo espera que no le silben o "no sufrir ningún altercado" mientras actúa, se sincera con una sonrisa.

Este músico callejero descubrió España hace más de 20 años en una excursión cuando terminó el high school . Aquí fue cuando se dio cuenta de que se podía ganar la vida con la música. Gijón fue su primera parada en nuestro país, al que viene cada vez que puede, aunque reconoce que los vuelos "están muy caros".

Asegura que no se ve capacitado para ganarse la vida de otra forma que no sea con sus instrumentos y su voz. "No sé hacer otra cosa", reconoce con la ingenuidad de un niño un hombre que aprendió de sus padres el oficio.

El próximo viernes actuará en la Sala Mercantil a partir de las 23.00 horas.