El único criador de perros Stafforshire Terrier americano de Extremadura vive en Plasenciay ha ganado a los americanos en propio campo porque uno de sus machos fue el campeón de USA del año pasado. "La pena es que se me murió en mayo de este año con tres años y fue como si se me muriera alguien de los mios". No exagera, es que en su casa conviven Roberto Rabazo, su mujer y sus dos hijos con catorce perros de esta misma raza y, entre ellos, el hijo del campeón, que presentará también al campeonato de USA y a cuantos haya en España.

Aunque por épocas esta larga familia canina vive repartida en residencias especializadas de Alicante y Madrid mientras Rabazo, frutero de profesión, construye perreras bien acondicionadas para todos ellos junto a su casa. Por cada animal que tiene en residencia paga al día una media de diez euros. "Es mi gran pasión, desde hace ya diecitantos años, y desde luego no lo hago por dinero". De hecho calcula que el campeonato de USA le costó más de 12.000 euros y el premio fueron unas bandas de colores de esas que salen en las exposiciones caninas de las películas americanas. "Para mí eso, las copas y los trofeos que tengo en casa son el mejor premio, todo un orgullo".

Dice que económicamente "es lo comido por lo servido". Por cada cachorro que vende, que confiesa que le da en el alma, puede pedir entre 1.000 y 1.500 euros. "Pero yo no se lo vendo a cualquiera porque esta raza puede ser una máquina de matar si cae en malas manos y menuda responsabilidad, aparte de que si me entero de que los ponen a pelear o les hacen sufrir, el que sufre también soy yo". Así que a cada cliente potencial le pide una fotocopia del DNI y se asegura antes de que no tiene problemas con la justicia.

Insiste en que un perro es el reflejo de su amo y que su comportamiento depende de que esté bien educado. "Son de presa, pero si serán nobles cuando se les tiene educados que hasta mis hijos juegan con los cachorros junto a una hembra recién parida y ya se sabe cómo puede ponerse una hembra recién parida". En su casa, ya han nacido cientos de cachorros y sólo este año van veintiocho en tres camadas. Esta afición se lleva, además, gran parte de su tiempo libre. "Dice mi mujer que mis perros tienen mejores vacaciones que nosotros".

Lo cierto es que su campeón, Inca Boris de Ngorong-Ngorong, se pasó meses y meses recorriéndose estados norteamericanos a cargo de una especialista que contrató porque él no podía dejar de trabajar tanto tiempo. "Pero mi mayor orgullo es que le crié yo y ganó". Cuando enfermó estuvo incluso en la clínica universitaria de Cáceres, pero la leishmaniosis pudo con el campéon. Pero de casta le viene al galgo y entre sus futuras promesas está Johnny, el hijo, que tiene ahora cinco meses.