Un equipo de investigadores estadounidenses ha desarrollado el primer modelo de corazón humano en miniatura, que presenta un funcionamiento pleno, incluyendo células cardiacas, cámaras y tejido vascular. El logro, que de momento solo funciona en condiciones de laboratorio, permitirá importantes adelantos en el estudio de las enfermedades cardiovasculares, aseguran sus promotores.

El avance fue logrado mediante técnicas de bioingeniería y células madre por científicos de la Universidad Estatal de Michigan. El pequeño modelo de corazón es un organoide de un milímetro de diámetro. Se denomina de este modo a construcciones conformadas por células en tres dimensiones que logran ensamblarse de forma independiente, presentando gran parte de las propiedades y de la estructura del órgano que se desea reproducir. Los investigadores resaltaron el potencial de estos modelos para el estudio de todo tipo de enfermedades cardiovasculares.

En el caso del minicorazón producido en la Universidad de Michigan, se trabajó a partir de un innovador esquema de células madre diseñado para imitar el desarrollo embrionario y fetal, que permitió, de esta forma, un máximo acercamiento al funcionamiento real del corazón humano. Para ello se utilizaron las denominadas células madre pluripotentes inducidas, unas células adultas aportadas por un voluntario con su consentimiento, que facilitan el crecimiento de un corazón embrionario. Después de algunas semanas de tratamiento, se pudo obtener un minicorazón en funcionamiento pleno.

El pequeño corazón presenta todas las variedades de células y las diferentes estructuras que pueden hallarse en un órgano humano verdadero. Los científicos programan las células para que sigan un curso de acción determinado, en función de ciertas condiciones que se deben ir cumpliendo. Otro punto a destacar es que los organoides siguen el proceso natural de crecimiento en el embrión, por lo tanto esto ha permitido a los especialistas estudiar al detalle y en tiempo real el desarrollo de un corazón humano, con las mismas características que se aprecian durante el crecimiento fetal.

Esta nueva tecnología permitirá además crear diferentes organoides de forma simultánea y con mayor facilidad con respecto a otras técnicas. Por ejemplo, la ingeniería de tejidos es una metodología empleada que resulta más costosa y compleja. Al mismo tiempo, el nuevo esquema es escalable y puede continuar optimizándose.

A pesar de todas estas ventajas, los expertos reconocen que el microcorazón ahora creado aún no alcanza la perfección de un órgano real, por lo tanto se continuará trabajando para lograr acercarse lo máximo posible a las condiciones verdaderas. Otras aplicaciones de este importante adelanto son el estudio de las consecuencias tóxicas de los tratamientos contra el cáncer en el corazón, o los efectos de la diabetes materna sobre la salud cardíaca del feto, por ejemplo.