Mar adentro, cetáceos y barcos, los grandes mamíferos marinos y las grandes embarcaciones humanas para navegar por las aguas, se ven obligados a compartir un mismo espacio. En ocasiones, sin embargo, esta convivencia forzada se tambalea cuando la presencia de unos pone en riesgo la supervivencia de los otros. La comunidad científica y las asociaciones ecologistas alertan de que el aumento del tráfico marino está intensificando las colisiones con ballenas, delfines, cachalotes, belugas, narvales y zifios, unos encontronazos accidentales que suelen pasar desapercibidos para los tripulantes pero que para los animales pueden suponer la muerte.

En las últimas semanas, sin ir más lejos, se han dado a conocer diferentes casos de cetáceos que habían fallecido a raíz de una colisión con una embarcación. En Tenerife, una cría de calderón de apenas ocho meses fue hallada por un equipo de investigadores con una profunda herida en la zona de la aleta caudal que dejaba su cola prácticamente colgando, por lo que, tras la valoración de un veterinario, tuvo que ser sacrificada. En Tossa de Mar, un ballenato de Cuvier apareció muerto en las playas de la localidad con un incisivo corte en la cabeza y diferentes costillas rotas. En ambos casos, los expertos lo atribuyeron a la colisión de estos grandes mamíferos con embarcaciones de gran tamaño que, probablemente, circulaban por las aguas a gran velocidad.

«Lamentablemente no se trata de incidentes puntuales, sino de un problema de conservación de primera magnitud», valora Beatriz Ayala, especialista del programa marino del World Wildlife Fund (WWF) en Canarias. «Llevamos años viendo cómo las colisiones entre embarcaciones y cetáceos amenazan la supervivencia de estos animales y hasta ahora no se han tomado las medidas necesarias para evitar estos accidentes. Mientras, el tráfico marítimo aumenta, incluso en zonas con altas densidades de cetáceos, y cada vez tenemos más pruebas del impacto que ello supone para el medio marino», añade Ayala.