La cobertura va y viene. Y la conversación viene y va. Dos frases y se corta. Dos frases más y se vuelve a cortar. Nueva llamada. El contestador. ¿Dónde está Quique Dacosta, el chef tecnoemocional de Dénia? ¿Buscando la alquimia perfecta en el fondo de una cacerola? "Estoy en el Montgó, un monte al que vengo casi a diario, a meditar, a andar. Paseo y, en sus márgenes, recojo hierbas, las pruebo. Aquí hay más plantas que en el Reino Unido. Aquí siento que vuelvo a mi infancia".

La infancia de Quique: nació en el pueblo de Jarandilla de la Vera (Cáceres). En una casa por la que corrían perdices y liebres. Fue a los curas. Y luego a las monjas. Y de aquella época le queda un tic "subconsciente": "De vez en cuando, hablo con Dios, pero sin comprometerle. En la cocina, cuando vamos a tope, decimos estoy en la mierda

Pues si Dios existe, con todo lo que pasa, debe de estar en un lugar parecido. ¿Cómo pedirle algo?"

Más allá de los monólogos celestiales, dice que de Jarandilla le queda el apego a la naturaleza. "Si realmente creo en algo es en los elementos de la tierra, en los dioses de la naturaleza"