Existe un mundo virtual, localizado detrás de la pantalla del televisor y en el imaginario colectivo de la audiencia, donde conviven en santa compaña el Neng de Castefa, la Bombi del Un, dos, tres, Pepelu, Crispín Klander, la becaria Bea y el Maragall de Polònia. Tienen en común su naturaleza ficticia (todos son fruto del olfato del guionista o el actor que tocó la fibra del gusto popular), así como una asombrosa capacidad para calar en la calle, donde no tardaron en ser adoptados como mascotas de usar y tirar.

A esta familia acaba de sumarse, con gran estruendo, Rodolfo Chikilicuatre, la figura nacida casi de broma en Buenafuente (La Sexta) que ha sido elegida por la audiencia para representar a España en Eurovisión. El del tupé bate así todos los récords de nacimiento, crecimiento y eclosión de un ente televisivo de ficción: en menos de un mes, el país se ha rendido al estribillo de su canción, alcanzando la categoría de asunto de debate nacional, tanto en tertulias políticas como en la cola del pan.

Un extraño mecanismo se pone en acción cuando una frase, una melodía o un guiño de una figura surgida en un plató logra inundar hasta el más recóndito rincón, siendo repetido con fruición en barras de bar, patios de colegio y salas de fumar. Ahora le toca a Chikilicuatre, pero la devoción compulsiva que estos días pone la audiencia bailando el Chiki-chiki no dista mucho de la que ya empleó para corear el "¿qué pasa, nen?" del Neng, el "no siento las piernas" del Rambo del Mississippi, o el "¡y eso!" que popularizó Carlos Latre disfrazado de la Pantoja de Puerto Rico. Fenómenos populares dignos de un estudio de psicología social que unen al país más que el tren de alta velocidad.

"El secreto de estos personajes es no tener secreto", resume, críptico, Joan Grau, subdirector de programas de El Terrat, productora de Buenafuente y auténtica cantera de criaturas televisivas de fuerte tirón popular. De su olfato y del de los otros siete guionistas del programa surgieron Chikilicuatre, el Neng, la Niña de Shrek, Santi Clima, El Gilipollas y toda la cosecha de personajes que, a través de los distintos programas que dieron en TV-3, A-3 y La Sexta, convirtieron la caja tonta en un desfile de criaturas de cómic.

Cómo se fabrican

Habla, pues, alguien con conocimiento de causa: "Nunca nos sentamos y dijimos: ´Vamos a crear un personaje popular´. Esto solo se logra probando. Y de 50 personajes que pruebas, sale uno que le llega al público. ¿Por qué uno peta y otro no? Ni Los del Río saben cómo les salió La Macarena", afirma.

David Fernández, la persona que hay tras la guitarra de juguete de Chikilicuatre, no responde, pues hasta el día de Eurovisión se ha conjurado para no salir del personaje, pero otros actores que en su día conocieron el clamor callejero coinciden en acusar la misma indeterminación en la fabricación del personaje. "Lo construyes con tu olfato, pero influye tanto la casualidad que diseñar un plan es imposible", dice Edu Soto, carne y huesos del Neng.

La gestación del bakala que le lanzó al estrellato demuestra lo insondables que son los caminos que conducen al éxito masivo. "Me pidieron un personaje para un sketch cuando hacíamos el programa en TV-3. Por la ropa y lo que decía, vi que debía ser un discotequero, pero la primera vez me salió pasado de chungui ", rememora Soto. "La clave fue aquel ´yo soy persona, nen´ que humanizó al bakala y lo hizo tierno. Hemos aprendido que en el humor, la agresividad no funciona", añade Grau.

Cuando Florentino Fernández fue fichado por Pepe Navarro para su programa Esta noche cruzamos el Mississippi (Tele 5, 1995), lo más parecido a un guión de televisión que habían visto sus ojos eran los partes que firmaba cada día en su puesto de vigilante de seguridad, su anterior oficio. Pero su vis cómica dio a luz en pocos meses una serie de personajes como Lucas Grijander y Crispín Klander, que legaron a la calle expresiones de difusión vírica como "cuidadín, cuidadín" y "soy modosito".

La forja de aquellos perfiles participa de los habituales palos de ciego que caracterizan a este género. "Buscábamos un personaje que cubriera la información rosa y teníamos el mundo de Chiquitistán metido en la cabeza. Mezclamos todo y salió Crispín", relata el actor, quien