Desde ayer, el objetivo de que en el 2020 el 90% de la población española viva a menos de 50 kilómetros de una estación del AVE está más cerca. Con Valencia y Requena-Utiel ya son 24 las localidades que gozan de esta infraestructura. Las autoridades de todo rango y color político se felicitaron ayer sin excepción por el estreno de la nueva línea de Levante. No obstante, las estrecheces presupuestarias no casan demasiado con ese orgullo por atesorar todos los récords en este ámbito. España es el segundo país del mundo con la red de alta velocidad más extensa pero, ¿se puede seguir así?, se preguntan los expertos.

Igual que hizo en su día con los controladores aéreos, el ministro de Fomento, José Blanco, cuestionó a principios de este año las inversiones previstas. Alertó de que caerían de la lista numerosos proyectos de su departamento porque, vino a decir, España había ideado carreteras, trenes y aeropuertos por encima de sus posibilidades y ya era hora de poner los pies en el suelo tal como estaba el panorama. También le tocó a la niña de los ojos de todos los gobiernos que han pasado por la Moncloa en las últimas dos décadas: la alta velocidad. Puso como ejemplo la línea de Cantabria, que uniría Madrid y Santander por Palencia. Sostuvo que no se podían desembolsar 2.000 millones de euros más solo por llegar 15 minutos antes a su destino.

EEUU NO SE LO PUEDE PERMITIR No obstante, lo que podría haber sido un punto de inflexión en el diseño de la malla del AVE se quedó en nada, se queja el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona Germà Bel. Pocos meses después, el propio Blanco firmaba un acuerdo con el gobierno de esa comunidad que aseguraba su ejecución: entrará en funcionamiento alrededor del 2015. Bel explica que la amenaza de expulsión de los socialistas del ejecutivo cántabro (dirigido por el Partido Regionalista de Cantabria) había pesado más que las intenciones de reconducir las cifras multimillonarias de la alta velocidad.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, puso números ayer a ese desembolso. Cifró en 64.000 millones de euros la inversión que se está ejecutando actualmente y le sumó otros 33.000 millones a lo largo de su historia. En total, 97.000 millones. Se le veía satisfecho, orgulloso, como lo está Blanco cuando recibe a representantes del gobierno más poderoso del mundo, EEUU, para enseñarles la red del tren veloz. "Ustedes son muy ricos. Nosotros no nos lo podemos permitir", le dijo meses atrás el secretario de Estado de Transportes, Ray Lahood. ¿España sí puede?