TCtabalgo sobre una máquina del tiempo que sólo camina hacia el futuro. Lo hace a una velocidad de 24 horas al día, lo cual que alguien puede creerla parsimoniosa, pero les aseguro que es más que suficiente para dirigir mis actos con cierta perspectiva y un moderado sentido de la sensatez basado en la experiencia. Supongo que el jefe de la policía de Nueva York posee una máquina semejante, ya que después de varios años al mando de la seguridad de la ciudad más conflictiva del mundo ha llegado a una conclusión que él mismo ha bautizado como teoría del cristal roto . La cosa es sencilla: cuando un tipo entra en comisaría por su primer delito, le trata con el mismo rigor que se gasta con los delincuentes veteranos. Y lo curioso es que el invento da resultados magníficos. Ha disminuido la delincuencia en un 40 por ciento. El truco estriba en hacer que sea la experiencia quien enseñe a los delincuentes que el mal no es rentable. Pillan a uno que ha roto su primera luneta y lo empapelan como si el cristal perteneciera a la dinastía Ming. Conociendo el paño, habrá por aquí quienes tachen a este tipo de medidas de rancias y retrógradas, pero yo me remitiría al bueno de Bertrand Russell , quien opinaba que el acto más prudente es aquel que, tomando en consideración todos los datos disponibles, nos proporciona en comparación la mayor expectativa de bien o la menor expectativa de mal. Y las cosas han alcanzado tal punto que sólo cuando algunos aprendan que es desaconsejable ir por ahí rompiendo cristales, podremos en un tiempo futuro ahorrarnos la estampa de jueces amenazados de muerte por tipos tras una jaula de cristales irrompibles.