Russell Crowe enterró ayer su fama de donjuán, camorrista y bebedor bajo la cúpula de 10 metros que se hizo construir en su rancho de Australia. Allí, en la llamada basílica de San Russell, el actor se casó con Danielle Spencer en una ceremonia que dejó una factura de un millón de euros y una estampa para el recuerdo: la de la novia llegando al lugar escoltada por un camión y una comitiva de Harley Davidson, una pasión del actor.

El hombre que una vez le dijo a Meg Ryan que prefería pasar más tiempo con sus vacas que con ella eligió el día de su 39.º cumpleaños. "Mi madre ha soñado con este momento desde que tengo 16 años", dijo Crowe, que anoche acabó tres días de celebraciones.

Spencer, de 32 años, hizo el paseíllo del brazo de su padre, el presentador de televisión Don Spencer. Avanzó por la capilla con sandalias de raso, velo de organza transparente y un vestido entallado y adornado con perlas. Para lucir tipo: tirantes estrechos, escote a la espalda y abertura delantera de vértigo que escalaba hasta la ingle. En total, llevaba encima 100.000 euros.

El copyright lo puso Giorgio Armani. El creador italiano también firmó, por 37.000 euros (más de 6 millones de pesetas), el traje de Crowe, que incluía un bordado del escudo de su familia, y los vestidos que lucieron el séquito del novio y las damas de honor.

No es de extrañar, pues, que Armani fuera uno de los 80 invitados. El diseñador compartió banco con el director de Gladiator, Ridley Scott, el gobernador de Texas, Rick Perry, y varios jugadores de críquet.

PENSANDO EN DESCENDENCIA

Los votos matrimoniales los escribieron los novios, que mostraron sus alianzas, de Cartier, a la salida de la capilla, bajo una lluvia de confeti. ¿El siguiente paso? La paternidad. "Eso es una de las cosas por las que la gente se casa", dijo Crowe. Y para facilitar las cosas, asegura la prensa local, la pareja siguió un ritual aborigen para la fertilidad llamado Burnum, burnum.